sábado, 29 de marzo de 2008

Esta ha sido definitivamente la década de This is that.

Ya te has puesto a pensar lo que va a pasar cuando todos se den cuenta
que somos la misma persona vagabundeando en un espacio-tiempo
que da vueltas y se cruza y se mezcla y se hace el amor de mil formas distintas.

Sabes bien que lo que tengo en el fondo del cerebro,
lo pusiste tú, sin que me diera cuenta. Lo escondiste en la tele.
En todas las canciones que se hicieron el siglo pasado.
Lo guardaste en una vasta tradición literaria, que como una hormiga recorro diariamente.
Lo escondiste en los códigos genéticos de las bestias que vi a mi alrededor y de las que aprendí.
Y ahora que te veo a los ojos ya no quiero escupirte. Sabes bien que eso que tengo en el fondo del cerebro,
lo pusiste ahí porque querías verme dándotelo, tal como me lo diste a mí.

Eso es lo que soy, solo un hombre con una guitarra.
Nunca aprendí a tocar, pero igual toco.
Tal vez no con todas las cuerdas.
Tal vez nadie me escuche, pero en algún lado,
sé muy bien que hay un espejo.

viernes, 21 de marzo de 2008

Agréguenme al hi5

http://soyfuga.hi5.com
Agrega agrega pes amix!!!

Parte del proyecto: Estoy encerrado en mi cerebro, qué bien!

Continuando con las aventuras del comer

Comida peruano, Gastón Acurio, comida del futuro, vegetarianismo, buena salud, perreo, Dr. Pérez Alvela, el hombre del espacio desciende al planeta de los no-me-importa-nada para enseñarles a cocinar sus alimentos en el microondas.

En solo unos años nuestra raza ha avanzado hacia una forma de vida, que revalora las costumbres tradicionales, antes amilanadas por los usos de la absurda modernidad. Esquina baja. Tulio, el sincero, ya lo decía en sus cartas: "El futuro del hombre no es algo determinado por al azar o las circunstancias, sino más que nada por el contenido proteico de su desayuno, así como de las palabras que fueron vertidas en su más preclara infancia". [extraído de: las cartas para el aeropuerto de pegasos]



Extraido de: Los diarios secretos de Tiberio, el gastrónomo; hijo de Tulio, el sincero

martes, 11 de marzo de 2008

La bajada

Desayuno
Almuerzo
CenaEstoy comiendo un culo.
Estoy haciendo ejercicios.
Y estoy vistiendo a la moda.

Voy a destrozar en la pista de baile.

Extraido de: Los diarios secretos de Tiberio, el gastrónomo; hijo de Tulio, el sincero

sábado, 8 de marzo de 2008

Historia por el día de San Valentín

Radiofotón era un muchacho que los fines de semana iba a fiestas a aburrirse un rato y luego regresaba a casa a inventar una historia que contarles a sus padres cuando al olerlo a humo le pregutaran ¿qué tal la fiesta, hijo? Entonces diría: ah, de la puta madre, viejo. Conocí a una señorita de ojos verdes y chalina morada que tenía cara de callada, que conmigo se abrió o no sé. Me contó de lo sola que estaba y quería pasarla con alguien pues no era de acá. Bailamos toda la noche, pero me olvidé de pedirle su teléfono y no tengo forma de volver a verla. Lo peor fue que al despedirme dijimos que la próxima vez que nos viéramos sería para siempre.

¡Ay, hijo! De esa forma vas a estar solo siempre. Qué importa, decía Radiofotón al cerrar la puerta de su habitación. Igual no quiero conocer a nadie. Aunque un día de esos en los que sin trabajo, sin dinero y sin ganas de salir, una luz entró por su ventana y le hizo el habla.
- Bueno, mira eres un buen chico así que te voy a hacer compañía.
Desde ese día Radiofotón no gasta en focos para su cuarto ni sale a fiestas a aburrirse, sino que se la pasa tirado en su cama rodeado de libros que alterna durante horas de lectura alumbrado por esa luz que se encariñó con él.

Ahora, la historia de la luz es distinta. Era, para empezar, una lucesita monse y temerosa, que toda su vida se había entregado a los hombres que le habían gustado, sin llegar a ser una regalona tampoco. Digamos que era una adolescente loquilla, entonces iba a las fiestas a iluminar con su bonita luz a esos hombres que sin darse cuenta la enamoraban. Pero estos señores de la noche, cegados por las otras atronadoras y refulgentes luces que ardían sobre sus pieles como tatuajes mientras realizaban esos sensuales bailes perreicos que suele bailar la juventud, cuando desenfrenada y drogada, no le queda otra que seguir el sendero fálico, que la autoridad ha marcado en medio del aturdimiento de las estentóreas luces. No la veían ahí, brillando a solas, alumbrando con sombras los cuerpos de todos a su alrededor, alimentando el gusano sexual que pone en movimiento al resto de máquinas, la serpiente que anima al árbol de la vida, la misma que pone la manzana al frente de cada luz.

Nunca le importaba lo que sucedía a su alrededor, sino solo lo que ocurría en su corazón a la deriva en el océano de pieles y sudor, pero un día saliendo de una fiesta sin querer regresar a casa aún; no sé si porque no recordaba dónde quedaba o porque realmente quería seguir divirtiéndose en los exteriores salvajes, dado que a las 10 a.m. la noche sigue siendo virgen, la única a esas horas; encontró la habitación con el fluorescente verde de patio, dentro de la cual un chico escuchaba ¿theremyn4?

Como Radiofotón nunca abría la cortina de su cuarto para que la gente que pasa por la calle no lo viese en calzoncillo tenía la luz prendida, fluorescente y pacífica, en medio del techo cuadrado, Lucesita entro por la ventana a ver qué pasaba en ese cuarto a las 10 a.m.

El resto de la historia ya la saben. Fueron medianamente felices, discuten de rato en rato. A veces salen, ella de compras, él a ver en qué están los amigos o viceversa o las dos cosas al mismo tiempo o se quedan a escuchar música y ver pelas mientras comen galletas o chifles con papitas fritas y cifrut. A veces alguno de los dos dice que se deprime y que no hay nada que hacer y que nada tiene sentido, pero a ninguno le dura más de dos días. Nunca se piden perdón, pero se perdonan todo.

Extraído de: Pirateen esto hijos de perras o el libro de las variedades invariables

Este poema se llama

Este
poema
se
llama

Extraído de: Los poemas que escribí ayer

Notas sueltas de la autobiografía de una mujer que los veranos vendía pareos en la playa

Es más fácil pensar que no puedes
lo imposible, a que sí.
Es más fácil imaginar cosas malas,
que las buenas.
Es más fácil tener miedo, que amar.
Es más fácil renunciar, que seguir intentándolo.
Es más fácil ser un espectador, que un actor.
Es más fácil burlarse, que ayudar.
Es más fácil dar un golpe de gracia, que curar.
Es más fácil ser ignorado, que hacer llorar o reír.
Es más fácil estar sentada aquí escribiendo,
que ir a la playa a vender pareos, cuando el mundo entero se está yendo al infierno.

Extraído de: Pirateen esto, hijos de perras

Nos veremos en Aztlán

Nos veremos en Aztlán, en Arcadia, en la nueva Thule.
La edad de oro se lleva en el cerebro.
Donde dos o más personas se junten a lanzar en mi nombre,
yo estaré entre ellos, aunque sea para fumar de la pava.


Extraído de: Los poemas que escribí ayer

viernes, 7 de marzo de 2008

El hijo del Sol tirado en el olvido

Arrójate en mis ojos
Observa el espejo en el desierto
de mi sonrisa inexpresiva.

Esto eres.
Esto es lo que hemos venido a ser.
No te entiendo. Este es el amor que te doy,
que me das, que te dan, que les das,
que le di para que te diera para que me dieras.

¿Nunca te has despertado un día épico?
En el que solo te callas cuando te da la gana
y nunca te quedas con las ganas.
Uno en que todo lo que haces es seguir soñando
y francamente no te importa nada
sino solo seguir contemplando lo bonito que está todo.
Y el mundo parece un jardín de las Hespérides,
un museo, un freakshow bizarro que te encanta
y contra el que frotas tus zonas erógenas.
Un día en el que todas tus perversiones son
aplacadas por el soplido eólico que entra
por la ventana que llevas entre los ojos,
en medio del cerebro.
Y nadie más se da cuenta de tus orgasmos invisibles, sino
solo de esa coraza que arrastras por el suelo, junto a todos
ellos, esos zombies que algún día desearán comprender
y que instantáneamente lo harían.

No te entiendo, eres música.
Me inspiras.

Ladón, el hombre del espacio, no duerme.
Solo una que otra de sus cabezas,
toma siestas,
algunas veces de 14 horas.

Fragmento extraído de: "Una hoja suelta tirada en mi cuarto"

jueves, 6 de marzo de 2008

Por la ventana que da al este puedes observar como el sol amanece cada mañana. Al norte, por donde entra el viento frío de la montaña debajo de la puerta, está la estrella de la noche. Si sabes eso, sabrás a dónde caminar al despertar.

A algunos los grillos no los dejan dormir, para otros son un arrullo.

No.
No leas.
No pienses.
Siéntate y no.
Hasta que ella, como la ola de mar,
te moje los pies.

No.
No como el mar,
ni como el viento,
ni siquiera como la vida, el destino o la casualidad,
nada de eso.
Siéntate y no.
Apaga todas las luces, acalla todos los ruidos y las voces.
No es el silencio, ni el vacío,
no es lo que has estado pensando ni deseando
no es perfecta ni se acomoda a tu gusto.

Siéntate y cuando quieras pensar en algo
que te distraiga
piensa que es insoportable y no lo es,
piensa que podrías ni siquiera estar pensando en esto
ni siquiera estarlo leyendo y está ahí
queriendo que transites
que te vayas
que te muevas
que sigas
hacia donde tú quieras porque ya se ha hecho una contigo.

Mientras las vestiduras son rasgadas.
La luna refleja su indiferente desnudez
sobre el charco, el lago y el océano.
Cada uno tan imperturbable como el otro.
Cada uno con un tiempo de vida distinto.
Cada uno evaporándose, volviendo a ella sin haber salido nunca.

Al frente tuyo hay dos opciones imposibles.
De las que solo puedes escoger una.
Ella es ese no que has estado entrenando,
para cuando tengas que elegir entre un sí y otro.
Ella es la única opción que queda cuando ya todo lo demás refleja su rostro.

Yo quería saber cómo funcionaba el universo y quería saber qué hacía acá tan perdido. Ahora ya sólo quiero que el querer no se apague nunca.

Extraido de: Es más o menos octubre