o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Norrin Rad's quest
Este poema estaba en mi bolsillo, así que cuando llegué a la casa de JC lo leí y le gustó.
Universos como mentes, con sus propias leyes y lógicas.
Uno donde un beso más la luna dé ciento veintitrés estrellas
y un sol negro.
Uno donde a la derecha el cielo sea azul, a la izquierda amarillo y a la derecha rojo,
cuando agitas la cabeza.
Universos poligámicos con diez días cada semana frente al mar.
Desiertos espaciales donde se celebren concilios mecánicos y orgías de salamandras en hogueras cuyas llamas en lo alto se buscan unas a otras para mezclarse, fusionarse en delirio, como las ramas de los árboles sobre la pista, a las que les cuelgan las raíces donde las aves hacen nidos y bulla angelical.
Trenes locos que van de uno y otro lado a toda velocidad llenos de pasajeros que como el oxígeno en la hemoglobina, respiran, respiran
agitados
dejando de fumar.
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