martes, 17 de abril de 2007

Así están las cosas

Los días me exceden. Su fricción me va pulverizando. El viento me hace volar en partículas sobre la ciudad, mezclándome con humos en distintas expediciones. Ayer nadie me reconoció. Hoy nadie ha dejado de insultarme. Y yo no puedo aterrizar con toda esta turbulencia. Además he cogido un resfrío que me tiene sudoroso todo el día. Quiero ser tragado por mi cama. Hoy saldré vestido con mis cortinas a la usanza clásica y cuando descubra qué es lo que me tiene en esta situación me la quitaré y correré desnudo por las calles gritando: ¡eureka!

Lo que no te logra exterminar por completo solo es parte del entrenamiento.

viernes, 13 de abril de 2007

Si los sentidos hablaran

Te dirían que los sobes contra las cosas del mundo y contra el mundo con tanta fuerza que con sangre en los labios y sin algunos dientes frontales te abrazarían en agradecimiento. Pero no, los sentidos de todos los seres que habitan las calles que transito están apagados, amodorrados, calientitos y aburridos, envejeciendo sin provocarle simpatías a nadie.
Una lluvia horizontal, algunas tardes en las que el cielo se tiñe de tonos rosas, dorados y grises, los reanima como cuando la cabeza entra entera en el lavatorio llevándose todo el sudor, todas las canchas que uno a corrido de arriba a bajo sin desodorante, de arco a arco oliendo a carne. Las venas de mi cuerpo claman: gracias por no dejarnos reventar, gracias por el agua helada.
Y el viento luego sopla para templar la piel y formar una costra de agua que cada vez se va poniendo más y más fría. Y los sentidos golpeados en su confortable insensibilidad seasoman por la puerta. El deliveryman ha llegado con alguna droga para la noche en la que los sentidos salen de casa a percibir el mundo exterior, ese antro de maravillas indescriptibles e inimaginadas. Les inyecta en las venas el somatizador, el corporeizador. Finalmente los sentidos saben que tan real es el mundo. Ellos lo viven, luego nos lo cuentan.

Así aprendemos. Nos drogamos, vemos, nos contamos qué fue, luego se nos pasa, envejecemos y nos vamos al infierno. La vida es dulce e interminable. Se abre una puerta que conduce al vacío. Hay una casa en cada estrella. El camino negro que une cada puerta hace invisible al caminante. Así es como visito a cada uno de mis amigos. Las drogas son solo unos visores nocturnos para caminar en la oscuridad.

Algún día los hombres que veo cotidianamente en las calles entenderán que es posible percibirlo todo, estar en todos lados al mismo tiempo, tener plena conciencia de cada detalle que compone la estructura y transitar todos los caminos posibles en un instante eterno. Mientras tanto me gusta ver los gestos como caminando en un museo. Amo cada gesto de desesperación, desilusión, incredulidad, desesperanza, ignorancia, ira y desinterés. Pues cada uno de ellos es un héroe que sin saberlo me mantiene con vida una eternidad más y luego otra. Hasta que los sentidos se callen, caminen a la estrella que llevo entre los ojos y cierren la puerta tras de sí para echarse a dormir. Y yo también, porque me gusta visitarte cuando estoy dormido.

miércoles, 4 de abril de 2007

Wilson es un lugar hermoso en Lima

Ser interminablemente feliz no es solo una forma de habitar el mundo. Es una actividad política. Estar ahí feliz aunque nadie sepa lo feliz que es uno que está ahí, es lo que hace que el mundo siga funcionando y a nadie le importe. Si todos fuesen felices no habría gente por ahí jodiendo y cagándola toda.

Hoy lo voy a comprobar cuando vuelva de Wilson, que es el paraíso de mi cultura. Donde puedo conseguir el software que quiera, que se me antoje, que necesite y que esté buscando. Puedo escribir alguna cosa e imprimirla para bolantearla por 30 lukas. Wilson yo te amo.