viernes, 22 de agosto de 2008

La revolución cotidiana en “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro” de Rubem Fonseca

El presente ensayo tiene como objeto analizar y brindar una interpretación al cuento largo “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro” del autor Brasilero Rubem Fonseca. Para tal fin he divido el relato en 13 segmentos. La división se corresponde a la realizada por el autor, que tiene el texto separado en 11 segmentos por una línea en blanco entre cada uno. El primer segmento del autor, que comienza con “Augusto, el andarín...” y que termina con “...el culo al ser expelidos”, yo lo he subdividido en 3 segmentos que más adelante analizaremos. Y los dos últimos segmentos propuestos por el autor los he juntado en uno solo debido a su brevedad y a la relación que hay entre ambos. Además he subtitulado cada uno de los segmentos para su mejor referencia en el presente estudio.

1.- Augusto, el andarín

Este segmento comienza con “Augusto, el andarín...” y termina con “...vehículos y, principalmente personas”.
Se nos presenta al protagonista de esta breve novela. Epifanio, quien después de haber ganado la lotería deja su empleo y se cambia de nombre para dedicarse a su verdadera vocación, la de escritor y caminante. Acá comienza un paralelo que continuará hasta el final de la historia y que es la simiente de lo que yo vendré a llamar la revolución de lo cotidiano. Pues como veremos, la escritura como tecnología es importante para la consecución de este fin y Augusto lo sabe. Augusto no piensa fracasar como su amigo Joao, quien tuvo una vida llena de desgracias y que no pudo dar a luz la obra de seiscientas páginas que iba escribiendo bajo la consigna de trabajar de día y escribir de noche, puesto que había asumido que es imposible vivir de la literatura.
Como Augusto ganó la lotería, ahora se dedica a caminar por las calles de Rio de Janeiro día y noche, mirando todo con atención, alerta, despierto para captar lo que sucede, como un buen escritor.

2.- Visita al cinetemplo

Este segmento comienza con “El otro día entró por primera vez...” y termina con “...el hombre sin oreja no se mueve.”
En sus caminatas, un día Augusto entra a un cinetemplo de los que abundan en Rio. Todos los días de ocho a once de la mañana funciona como un templo al que asisten alrededor de 40 mujeres con problemas de salud. Luego, a partir de las dos de la tarde se vuelve cine porno. Éste es el primer vínculo que encontramos en forma de oxímoron entre iglesia, que normalmente es entendida como grupo de personas que se reúne en un recinto sagrado, que a otra hora del día es todo lo opuesto, un sitio donde los hombres sacian sus reprimidos impulsos sexuales a través de la masturbación, pecaminosa desde el punto de vista religioso. Augusto entra y se sienta en una de las bancas del fondo, con anteojos oscuros y sin una oreja en este paradójico local para escuchar lo que habla Raimundo, el pastor de esta iglesia evangélica; éste al notar la extraña presencia de Augusto pide en medio de una canción en la que rezan “Vete Satanás, Jesús te derrotó”, que quienes estén con Jesús levanten las manos y se perturba al ver que Augusto no las levanta ni siquiera se inmuta y permanece como una estatua.

3.- Historia de Raimundo, el pastor

El segmento comienza con “El pastor Raimundo emigró...” y acaba en “olor mefítico que le queman el culo al ser expelidos”.
Se nos dice que Raimundo fue vendedor ambulante a los veinte años. Luego, a los veintiséis un pastor que escucha su forma persuasiva de vender lo llama para ser pastor de la Iglesia de Jesús Salvador de las Almas, lo cual lo hace sentirse agradecido. En el presente del relato cuenta con treinta años y se dice que siempre cumplió con eficiencia sus funciones, incluso cuando a su madre vieja y enferma tenía que lavarla todos los días, aunque paradójicamente hubiese preferida verla morir a los cincuenta, todavía no tan acabada como al parecer pasó sus últimos días, haciéndose la caca en la cama. Se nos dice que tiene la creencia de que el demonio puede aparecer en carne y hueso con una diferencia en el cuerpo, como Augusto al que le falta una oreja.
“Y está inquieto y más con aquel hombre de anteojos oscuros, sin una oreja, que no levantó la mano en apoyo de Jesús. Después que el hombre apareció, Raimundo empezó a sufrir de insomnio, a tener dolores de cabeza y a emitir gases intestinales de olor mefítico que le queman el culo al ser expelidos”.
En este punto valdría la pena preguntarnos si el que se está convirtiendo en demonio ¿no será él?
4.- Una noche solitaria en el piso en el que se escribe El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro

Este segmento principia con “Esta noche, mientras Raimundo...” y finaliza con “Solvitur Ambulante”.
Este segmento comienza colocando en paralelo las noches en vela tanto de Raimundo como la de Augusto, en un par de líneas. Mientras el primero no duerme por la preocupación de haber visto al “demonio”, este “demonio” se encuentra sentado frente al cuaderno en el que escribe “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro”. Se nos dice que el primer capítulo tratará acerca de sus caminatas por el centro de la ciudad, de donde todavía no sale en sus caminatas inspiradoras. O sea que la nouvelle que estamos leyendo podría ser comprendida como el primer capítulo de esa novela que el personaje Augusto está escribiendo. También se nos dice que su autor no tiene claro qué capítulo será más importante. El resto de la ciudad es solo conocida por Satanás, por quién en el segundo segmento de nuestro análisis se nos dijo que Augusto siente cierta atracción.
Nos cuenta la historia de cómo vino a vivir en un edificio del centro de la ciudad. Y es que paseando, se detuvo a ver los balcones de hierro forjado del cuadrilátero comercial formado por las principales calle comerciales del centro en una meseta entre cerros. Conforme el tiempo pasó los comercios del centro fueron cerrando y un viejo, dueño del edificio en el que había una sombrerería lo invita a ver una claraboya en el piso superior del edificio, mencionando además la manía de los gobernantes de la ciudad por cambiar los nombres de las calles, tema que se repite un par de veces más dando como ejemplo, en el que vendría a ser el quinto segmento, el caso de la calle de las Marrecas, que también se llamó calle de las Boas Noites, Barao de Ladário, André Rebouças, luego Juan Pablo Duarte y volvió a llamarse calle de las Marrecas. Dando a entender el dinamismo, el constante cambio y la polisemia de las ciudades modernas latinoamericanas.
Augusto muestra su fascinación por el sitio, por la ventana en el techo, la enormidad del salón vacío, los cuartos, el baño con loza inglesa y los ratones, animales que son de su preferencia desde la infancia, indicador de su pertenencia a la marginalidad desde tan temprana edad.
El viejo lo invita a vivir en el piso más alto por su afinidad con Augusto, a ambos les gustan los ratones y las claraboyas antiguas, aunque considera un pesar el nihilismo del joven.
Vemos también que Augusto es una persona contemplativa. Pues deja de escribir y comienza a observar a través de un lente como el que tenía en la infancia. A través de sus recuerdos nos enteramos que su infancia también la pasó en el centro, en casa de su padre cuya fachada fue destruida para la construcción de una tienda de electrodomésticos. Debido seguramente a este tipo de conflictos con las imágenes de su infancia es que Augusto es un postmoderno en contra de la modernidad y sus construcciones, imágenes y relaciones que se disuelven en el aire.
Luego nos habla de las intenciones que tiene para con el libro que escribe. No quiere que sea una guía para turistas, ni una motivación para la caminata como ejercicio para mantener una buena salud, tampoco pretexto para tocar temas históricos. Lo que quiere es “encontrar un arte y una filosofía peripatéticas que ayuden a establecer una mejor comunión con la ciudad.” Lo que busca Augusto son soluciones a los problemas de la moderna Río de Janeiro y una forma de pensar para encontrar una forma de actuar ligada en lo más íntimo a la ciudad, que nazca de ella y que regrese a ella para mejorarla, curarla, sanarla.

5.- Los activistas

Esta parte comienza con “Son las once de la noche...” y acaba en “...quince días con su método infalible.”
“Además de andar, enseña a las prostitutas a leer y a hablar de manera correcta… Es un problema que hay que resolver.” La pregunta es por qué lo hace, que incluso les ofrece dinero para que se queden a aprender a leer. A qué mundo las quiere iniciar este escritor, que siempre está en las calles junto a los marginales, los desposeídos, los que viven en la calle y de la calle. La lectura habilita facultades racionales que aquel que no sabe leer no pone en funcionamiento por falta de ejercicio, la capacidad para abstraerse e imaginar nuevas posibilidades, nuevas realidades, otros mundos, soluciones.
Caminando pasa al frente del Teatro Municipal, donde se anuncia un recital de ópera, manifestación pasada de moda de la llamada “alta cultura”. En su fachada hay dos jóvenes que hacen un grafiti con errores ortográficos “LOS SÁDICOS DEL CACHAMBI TIRAMOS LA CALABASA DEL MUNICIPAL GRAFITEROS UNIDOS JAMÁS SERÁN VENSIDOS” y un símbolo de un pene de cerdo con glande humano. Augusto al pasar por ahí les hace ver los errores ortográficos a ambos muchachos que responden: “Pues, entendiste lo queremos decir, ¿o no?, entonces jódete con tus reglitas de mierda.” La actitud contestataria, contracultural, marginal, es evidente. Además es una forma de decirle a la sociedad, algo que Banksy, famoso grafitero inglés anónimo, ha venido diciendo esta década. El arte no es algo que deba estar dentro de los museos, ni donde sea que lo quieran poner aquellos que dicen qué es alta cultura, y qué no lo es. El arte es lo que está sucediendo a cada instante, lo que cada persona hace con su vida, es una forma de contemplar el mundo, de caminar por las calles e intervenirlas. El arte es la forma como cada individuo hace manifiesta su propia voluntad.
Más adelante se encuentra con Hermenegildo, otro activista que pega manifiestos en contra de los autos en los parabrisas. Su posición es ecologista y está en contra de la contaminación de los autos. Pero Augusto también está en contra de los autos, más adelante en el segmento onceavo con una clara posición antimoderna dice: “en todas las calles de la ciudad los automóviles golpean unos con otros en busca de espacio para locomoverse y pasan por encima de las personas más lentas o distraídas.” Los autos son como armaduras que las personas se ponen para ser más rápidas y más fuertes. Y aunque al parecer el tema de la ecología es secundario para Augusto, su espíritu antimoderno en contra de los automóviles como buen andante lo mueve a aliarse por esa noche con Hermenegildo y se asocian en la calle para realizar una acción directa conjunta: entrar en un estacionamiento privado y pegar los manifiestos en los carros más nuevos. Luego de ello se separan. Se vuelve a detener a contemplar, cual obra de arte en un museo el diseño del “pene ecléctico”. Más tarde, entra a un Mc Donalds, símbolo por antonomasia del sistema capitalista imperante para orinar en sus baños limpios, cosa por demás común y corriente en todas partes del mundo.
Al salir, en una zona roja, se acerca a una mujer y le pregunta si es un travesti, que le responde con otra pregunta: “¿Qué tal si tu mismo lo descubres?”, pregunta de irónica connotación hermenéutica. Luego en una tienda tomando agua conoce a una prostituta a la que lleva a su piso para enseñarle a leer con un método infalible, se llama Kelly.

6.- Camino al campo de Santana

Este segmento comienza en “Por la mañana, dejando a Kelly...” y termina en “Me tengo que ir.”
Kelly se queda en su departamento esa noche, pero él duerme en el suelo. Su interés por las prostitutas no es sexual. Les desea enseñar a leer, para evitarles llevar esa vida triste y dolorosa, procurándoles una vida mejor. En la mañana sale a caminar. Observa que cada vez hay más puestos de juego en la ciudad y más suicidas. Y con ello la decadencia y desesperanza de sus habitantes que solo ven en las apuestas o el suicidio una salida a esa desesperante vida de ciudad sudamericana postmoderna: ganar como lo hizo Epifanio, para cambiarse al nombre de Augusto, nombres de etimología simbólica que será luego utilizada por el mismo autor más adelante; o morir como su amigo Joao, sin fama ni gloria.
“Aunque parezca deambular, nunca está precisamente ocioso.” Augusto a lo largo del relato muestra que siempre está activo, participa de lo que sucede, interactúa con las personas, no se muestra indiferente con lo que sucede a su alrededor, observa pero también interviene. Al pasar por una calle tiene recuerdos de su abuelo y la dedicación que ponía en la labor que realizaba: construir muñecos día y noche envuelto en lo suyo, motivo por el cual lo admiraba. A pesar de no recordar como murió.
Pasa al frente del Real Gabinete Portugués de Lectura e imagina que en esa biblioteca tendrá lugar su libro cuando esté publicado: uno más entre los océanos de otros títulos, tal como él es, uno más entre los océanos de gente caminando por las calles.
En este segmento nos enteramos de su verdadera pasión por los árboles, es por eso que se dirige al Campo de Santana y aunque en el trayecto pasa por monumentos cargados de Historia, nada de eso le interesa más que los árboles tan inmanentes, enraizados, impasibles y estáticos. “Augusto piensa sólo en los árboles, los mismos de aquel tiempo lejano.” No olvidemos que Augusto es un nostálgico, pero no un cursi. Su contemplación es casi mística, le dan ganas de arrodillarse frente a los árboles más antiguos, pero esa actitud servil frente a los ídolos es lo que lo mueve a odiar a Cristo y a la iglesia que lucra con el miedo de sus creyentes y no solo eso sino que se organiza como una empresa transnacional, como un cartel para obtener dinero.
Una vez que llega, se sienta en una banca al lado de un hombre que habla con su perro. Augusto le pregunta la hora y el perro le responde. Lo primero que piensa Augusto es que se trata de un ventrílocuo. Se despide y se aleja. Demostrando una actitud racional, no le gusta perder el tiempo con asuntos extraordinarios, paranormales o fantásticos nos dice el narrador. Y por supuesto, a Augusto lo que le importa es la realidad palpable, la que vive cotidianamente, la de su ciudad y su flora y fauna humana.

7.- Una noche entre los árboles

Este segmento comienza con “No tiene que ir a ningún lado...” y acaba con “...podría inclusive intentar volar.”
“Su plan aquel día es quedarse entre los árboles hasta la hora de cerrar y cuando el guardia comience a pitar él se esconderá en la gruta.” Primero hay que observar el comportamiento “en contra de unas reglas que en principio no entiende: “¿Qué es lo que los guardias temen que se haga durante la noche en el Parque de Santana?” Luego se responde que tal vez los marginales hambrientos entren para comer ratas y tener sexo. Pero que finalmente termina desobedeciendo para seguir su propio mandato, su propio camino fuera de las reglas como el antihéroe que es.
“Augusto entra hasta el punto más profundo de la gruta y se queda inmóvil como una piedra, o mejor, un árbol subterráneo. La gruta es artificial... pero hace tanto tiempo que parece verdadera”. Augusto realiza un rito, se hace uno con su objeto de contemplación a tal punto que permanece quieto en su meditación, en éxtasis incluso cuando los murciélagos, imagen bastante malditista, salen volando de la cueva y él se encuentra oyendo los ruidos de ratones invisibles. Una vez que no hay peligro de ser visto por los guardias sale a caminar de noche entre sus amados árboles, símbolo de tradición, antigüedad, vida que permanece quieta, grandeza, espíritu clásico.

8.- Un día con Kelly

Este largo segmento comienza en “Cuando el día llega...” y acaba con “...especie de liberación, dice el viejo.”
Por la mañana regresa a su casa maldiciendo el que no hayan más árboles en la ciudad. Se encuentra en su departamento con Kelly, que le pide que la deje quedarse a vivir con él. Cosa que Augusto acepta, pero solo por quince días. Luego la acompaña a la casa donde vivía anteriormente con su “protector”, un tipo al que Kelly le tiene miedo porque la tiene amenazada de cortarle la cara y para el que ha dejado de trabajar. Una vez que llegan se muestra abusivo y violento con Kelly, pero al ver al hombre al que le falta una oreja, cambia y se comporta como un cobarde intimidado por el caminante, al igual que la mayoría de personas violentas. Dejando ir a su mujer y quedándose solo.
Luego se detienen a tomar café en una calle, pero solo encuentran una juguería donde no sirven café y donde tienen un diálogo que revela la personalidad postmoderna pero radicalmente distinta de ambos personajes. Kelly se queja de que no puedan conseguir un sitio donde tomar café con leche y tostadas con mantequilla. Lo que le recuerda a Augusto una canción de un viejo músico llamado Noel, que Kelly no conoce porque no es de su tiempo. La actitud de ella es promoderna aunque se queje, como todo en la modernidad es paradójica tampoco le importa el pasado, se siente siempre encantada, fascinada, cautivada por las chucherías nuevas, las que finalmente termina despreciando. Y por otro lado, Augusto y su antimodernidad lo hacen quejarse constantemente de las nuevas costumbres y usos que desdicen a las costumbres y formas antiguas, como por ejemplo la forma de las cafeterías de antes en las que “te sentabas en un estanquillo, no estabas de pie, como nosotros aquí, y había una mesa de mármol donde podías hacer dibujos mientras esperabas a alguien y cuando la persona llegaba la podías ver a la cara mientras conversabas.” Todos argumentos que son rebatidos por Kelly. Y es que en la modernidad en la que todo está en constante movimiento, devenir; qué necesidad hay de sentarse para tomar un café si un poco más y te obligan a tomártelo de camino ya sea a casa o al trabajo y no hay espacios para que uno le pueda mirar la cara al otro para conversar. Y sin embargo, Kelly le dice que esas cosas que cree que no se realizan en la modernidad es lo que están llevando a cabo, se están mirando, están conversando y si quiere dibujar lo puede hacer en una servilleta. Y he aquí otra de las características de la modernidad, su fugacidad, lo efímeras que son las bases materiales en las que se realizan esos “dibujos”, esas manifestaciones del individuo creador: simples servilletas de papel.
Luego siguen su trayecto, Augusto convence a Nelly, a quien le gustan los niños, de ver a sus amigos Marcelo y Ana Paula que tienen una bebé. Sin embargo al llegar, Kelly se entera que estos amigos son marginales que viven en una casa de cartón en una calle al costado de un banco con una familia de negros, los Gonçalves. Benevides, el jefe del clan, un negro que siempre está borracho, habla con Augusto mientras Kelly permanece del otro lado de la acera por asco y rechazo a los miserables indigentes. Uno de los negritos de la numerosa familia Gonçalves se acerca a Augusto para pedirle unas monedas pero Benevides lo golpea y le dice que ellos no son mendigos, trabajan, se dedican a la recolección de papel para su reciclaje. Le cuenta que la vez pasada llegó un tipo diciendo que estaba organizando a los mendigos en una asociación llamada Mendigos Unidos, que siempre se le encuentra en la calle de Jogo da Bola y cuyo nombre es Ze Galinha. Benevides se muestra paranoico y desconfiado. Augusto le recalca que el motivo por el que lo visita es porque le gusta conversar y que solo necesita decir lo que le dé la gana decir. Finalmente al despedirse ambos hombres se dan un abrazo y el negro descamisado le murmura amenazadoramente al oído que probablemente quieran echarlos porque va a haber un congreso de extranjeros y que no quieren que se les vea ahí viviendo en las calles del centro. Cosa que rechaza tan rotundamente que incluso luchará para quedarse ahí al costado del banco y no volver al sitio en el que estaban antes donde les quemaron las casuchas, por seguridad. Augusto que toda su vida también ha vivido en el centro de Río le dice que él tampoco saldría.
Se van Augusto y Kelly le explica que los mendigos en las zonas de calor son aun más miserables porque no usan ropa a diferencia de los mendigos de zonas frías donde las ropas les dan un aire más decente.
En este segmento que es el más extenso se encuentran las dos oraciones más largas del relato, que manifiesta el hecho de que ha pasado un día largo con Kelly, en el que en realidad han hecho varias cosas e ido a varios sitios, las oraciones son las siguientes:
“Augusto le muestra los árboles a Kelly, le dice que tienen más de doscientos años, habla del maestro Valentim, pero ella no se interesa y solamente sale de su tedio cuando Augusto, desde arriba del puentecito sobre el lago, del lado opuesto a la entrada en la calle del Paseo, en el otro extremo, donde queda la terraza con la estatua del niño que actualmente es de bronce, cuando desde encima del puentecito Augusto escupe en las aguas para que los peces pequeños coman su catarro”.
Y “ Kelly se detiene frente a las mesas , examina todo, pregunta el precio de los radios de pilas, de los juguetes eléctricos, de las calculadoras de bolsillo, de los cosméticos, de un juego de dominó de plástico que imita al marfil, de los lápices de colores, de las plumas, de las cintas de video y casetes vírgenes, del colador de café de paño, de las navajas, de las barajas, de los peines, de los relojes y de otras baratijas”. Y lo anoto porque es poco común en Fonseca, y sobre todo en esta nouvelle, el uso de oraciones tan extensas, que claro, no son tan extensas si las comparamos con oraciones de por ejemplo Marcel Proust.
Ahora se dirijen al Timpanas a almorzar con el viejo, un lugar en el que el viejo enamoró a una muchacha que nunca olvidó, “que vivía en un edificio al lado del restaurante, construido en mil novecientos y algo” y que pronto será destruido al igual que el resto de edificios, motivo por el cual el viejo se queda contemplando en la puerta mientras los jóvenes entran. Kelly le pregunta a Augusto por qué no la abraza como lo hizo con Benvenides cuando se despidieron. Mientras almuerzan el viejo les habla acerca del pasado, de la antigüedad cuando “había menos gente y casi no había automóviles”. También les dice que antes las personas eran menos estúpidas y tenían menos prisa, eran más como los adorados árboles de Augusto y eran también más inocentes, agrega Kelly. “Era más esperanzador, la esperanza es una especie de liberación”, concluye el viejo.

9.- Raimundo pide consejo, pero el obispo le pide dinero

Mientras esto sucede con Augusto, Kelly y el viejo. Raimundo es llamado por el obispo de su iglesia. Para pedirle explicaciones sobre por qué las donaciones de su parroquia andan tan bajas. Le pone el caso del pastor Marcos, creador del sobre de donaciones y las donaciones especiales en un sobre de distinto color. “Jesús necesita dinero”, arguye el obispo hipócritamente cuando los que hacen uso del dinero de las donaciones son las personas como él, los comechados que viven de las donaciones de los idiotas creyentes.
Raimundo le explica que el demonio ha ido a su iglesia, refiriéndose a Augusto y que desde su aparición la gente ya no realiza donaciones. Ponen excusas para no pagar como el hombre de anteojos oscuros al que le falta una oreja. Sólo van a apreciar el espectáculo. El obispo le explica que siempre que el demonio aparece es para hacer un pacto, en el que el pastor debe ser el más listo para demostrar que es un buen pastor.

10.- Sobremesa con Kelly y el viejo

Durante el almuerzo en el Timpanas. Augusto le propone ir a ver una zapatería que antes fue un cine a Kelly, la que le responde que mientras él no oiga la historia de su vida no lo acompañará a ningún lado. Él no la escucha porque dice que ya oyó la historia de otras veintiséis putas y son todas iguales. Hace la aclaración de que Kelly no es su novia si no simplemente alguien a quien le enseña a leer y a hablar. “Ya no voy a ser puta. Ya dejé eso,” dice Kelly. Lo cual es importante pues es la primera manifestación dentro del relato de que la revolución cotidiana de Augusto tiene un resultado positivo, la ha transformado, la ha revolucionado. Le ha hecho tomar una decisión que la favorece. Podría decirse que la ha evangelizado con la buena nueva de la modernidad: el conocimiento encerrado en los textos solo abiertos para quienes pueden acceder a ellos a través de la lectura es transformador.

11.- Encuentros callejeros

El lunes, para desagraviar a Kelly, Augusto decide ir a comprarle una piedra semipreciosa donde su amigo Mojica, un proxeneta de mujeres gordas. En el camino se encuentra con una revuelta de vendedores ambulantes desalojados que entran a las tiendas a saquear. La bulla es muy perturbadora y estridente, vidrios rotos, puertas de acero derrumbadas, gritos de mujeres que corren por la calle. En esas circunstancias Augusto se encuentra en la calle con Raimundo que le pregunta qué ha estado haciendo. “Escribiendo un libro”, responde Augusto, pero nosotros sabemos que no ha sido solo eso lo que ha hecho, que tal vez en estos días ni siquiera haya estado haciendo eso, sino viviendo: enseñándole a leer a Kelly, caminando de un lado a otro, hablando con gente, quedándose a dormir dentro de una plaza, etc. También le pregunta su nombre. Y responde: Augusto. Epifanio. Y en ese momento comienza a llover, momento que me recordó la escena final de la saga de Matrix en la que Neo finalmente se enfrenta a Mr. Smith rodeado de todos sus clones. Raimundo le pregunta, desubicado a Augusto lo que quiere, que si quiere un pacto. Éste le responde que su entrada al templo fue una casualidad y luego se despide. Raimundo comienza a preguntar obsesionado “¿Es un pacto? ¿Es un pacto?” Augusto lo deja atrás pues tiene un asunto que hacer y Raimundo se desmaya y tiembla convulsivamente en el suelo mojado por la lluvia debido a su encuentro con quien cree es Satán. Augusto: magnífico, majestuoso y Epifanio: oriundo de manifestación divina. Nombres que considera soberbia y burla. Sin embargo recordemos que en todo caso se vuelve magnífico y majestuoso una vez que se gana la lotería.
Augusto por otro lado realiza el negocio con Mojica y se encamina en la búsqueda de Zé Galinha por la calle del Jogo da Bola, una vez llegado a esa calle pregunta por la persona que busca a un hombre con bermudas y sandalias hawaianas, que lo ve con mala cara, no responde y se aparta. También le pregunta a un niño que a cambio de unas monedas le dice que no conoce a aquel del que habla, pero que vaya a la esquina de la plaza Major y pregunte por ahí que le pueden dar respuesta. Augusto se dirije hacia los hombres que están ahí parados y dice buenos días. Zé Galinha lo encara y le pregunta quién le habló de él, es un negro grande sin camisa, rodeado de otros de apariencia peligrosa, uno de ellos lleva una porra en la mano. Augusto delata a Benavides. Zé establece una distinción entre él y Benavides: “ese negro borracho es un vendido, feliz porque puede vivir en una caja de cartón, agradecido porque puede recoger papel en la calle y venderlo a los influyentes. Ese tipo de gente no apoya nuestro movimiento”. Augusto les da su verdadero nombre luego de titubear y les dice que está escribiendo “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro”. Lo revisan. Zé Galinha decide hablar con él. Le da su verdadero nombre: Zumbi del Jogo da Bola, y el de lo que parecería ser su partido político Unión de Desamparados y Descamisados, la UDD. Y hace la aclaración que eso de Unión de Mendigos es el nombre que le ha puesto la oposición. Luego, en un emotivo y patético discurso habla acerca de sus fines políticos. Se trata de la unión de lo más bajo de la sociedad de Río, los mendigos que apestan, que comen, duermen, tienen relaciones sexuales y defecan en las calles unidos para luchar contra el orden común de los ciudadanos de la ciudad. Ha dado la orden de que no se afeiten, que apesten; y que no pidan limosna, sino que roben, tanto hombres como mujeres y niños. La policía los encierra y los vuelven a dejar libres por su hediondo olor. Augusto le pregunta si sabe leer a lo que él responde “Si no supiera leer estaría viviendo feliz dentro de una caja de cartón, recogiendo sobras”. Nuevamente un argumento a favor de la hipótesis de que la revolución de lo cotidiano comienza con la pasión por la lectura, el acceso a las ideas y los valores humanistas de la ciudad letrada. Al preguntarle de donde obtiene los recursos para su asociación, Zumbi, da por concluida la conversación y ordena que le devuelvan sus cosas sin responderle.
Al regresar a su piso vuelve a pasar por el sitio donde momentos antes había una revuelta y encuentra esa calle ocupada por tropas de choque de la Policía armados hasta los huesos y las tiendas saqueadas están cerradas.

12.- Solvitur ambulante, Augusto necesita respuestas

Kelly está leyendo enojada en la habitación de Augusto. No acepta el regalo que Augusto le lleva y tira la piedra contra la claraboya que felizmente no se rompe. Nos enteramos al comparar el comportamiento de Kelly con el de otras putas, que fue una de ellas la que ante la negativa de Augusto de tener sexo le arrancó la oreja entera de un mordisco. Kelly también se siente mal porque no sabe por qué Augusto no quiere hacerla suya y se pone a llorar. Lo que él siente es un amor fraterno y dice unas palabras de contenido zen cuando ella le pregunta si no siente deseos de una mujer, de acostarse con ella: “ni tengo deseo, ni esperanza, ni fe, ni miedo. Por eso nadie puede hacerme mal”. Kelly salta en histeria y comienza a gritar. Augusto la abraza y ella llorando le pregunta por qué no la lleva al convento de San Antonio, forma discreta de pedirle que se casen en realidad. Augusto al no saber qué hacer va a buscar al viejo al que le pregunta por qué las personas quieren seguir viviendo. El viejo le devuelve la pregunta para que él diga por qué quiere seguir viviendo y Augusto responde: por los árboles, porque quiere acabar de escribir su libro y que a veces piensa en matarse, que hoy al ser abrazado por Kelly tuvo ganas de matarse. Se entiende que de casarse con Kelly tendría hijos con ella y por la forma de actuar y pensar de Augusto eso sería lo último que desearía hacer, no desearía atarse de ese modo al mundo criando hijos, condenándolos a vivir en un mundo tan oscuro y decadente. El viejo le responde que si no tuviera ningún recuerdo no permanecería vivo. ¿La esperanza?, pregunta Augusto. La esperanza es para los jóvenes le responde el viejo. Y tiene sentido ya que las funciones de recordar el pasado (que la mayoría de las veces se recuerdan los buenos momentos) así como de proyectar el futuro (cosa que por lo general se realiza con esperanza) suceden en los mismos espacios cerebrales, poniendo en funcionamiento las mismas conexiones neuronales. Llegando los científicos a la conclusión de que recordar el pasado y proyectar el futuro son lo mismo y que por lo tanto las ganas de vivir del viejo está motivada por la belleza de esas imágenes que tiene en la mente, así como la de los jóvenes que tienen imágenes del mismo tipo pero proyectadas hacia el futuro. Augusto, regresa donde Kelly y le pregunta si tiene algún buen recuerdo. Ella responde que todos sus recuerdos son horribles. Augusto sale a la calle de nuevo. Encuentra a un hombre que siempre ve destruyendo teléfonos públicos, aunque los teléfonos públicos no le importan, le grita: “deja en paz esa mierda” y el tipo sale corriendo. O sea que Augusto es como una especie de ser de moral tan elevada que hace lo que considera justo sin miedo y sin reparos, algo así como el protagonista interpretado por Robert de Niro de la película Taxi driver, que toma la justicia por sus manos y decide actuar por cuenta propia.

13.- Amanece en la ciudad

Hacia el final de la nouvelle a Augusto lo intentan asaltar dos maleantes a los que amaga. Los ladrones, él sabe se acercan y dicen unas cosas antes de cometer su crimen. Él no les deja decir nada, no los escucha, se cambia de vereda y los deja gritando atrás, apartándose rápido.
A las tres de la madrugada llega al muelle, es la hora de regresar a su casa a escribir, pero es domingo. Va a esperar el rayar del día. No se quiere casar, quiere mantener su libertad para seguir caminando. Espera la salida del sol, como todo revolucionario espera la llegada del nuevo amanecer en el que sus sueños se vean logrados, a pesar de que no sueñe nada. Tal vez simplemente sueñe con un mundo en el cual sí tenga ganas de traer hijos al mundo. Las olas del mar, sus altibajos chocan contra el muelle y hieden, como la inestabilidad, la crisis, el caos, el dolor, su sonido es como un suspiro, un gemido previo al triunfo de la revolución. Es domingo será otro mal día.

Extraído de: Mi memoria USB

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