viernes, 22 de agosto de 2008

La metáfora en La nieves del Kilimanjaro de Ernest Hemingway

He realizado un análisis, a manera de sinopsis e interpretación hermenéutica del cuento "Las nieves del Kilimanjaro" del escritor norteamericano Ernest Hemingway para extraer de él los principales símbolos, metáforas y alegorías de este texto rico en figuras del campo figurativo de la metáfora. He seguido la segmentación propuesta por el autor.

En tal sentido, el primer segmento está en cursivas. Es el epígrafe, que cuenta como parte del cuento. En él se plantea la alegoría básica del relato. Se nos dice que en la cumbre nevada de esta montaña africana se encuentra el esqueleto de un leopardo. Que nadie puede dar una explicación a su ubicación en tan seco, frígido y apartado lugar. Además se nos dice que Kilimanjaro en masai significa “la Casa de Dios”. La muerte, la cima/sima, Dios, la llegada y culminación. Parece ser la antesala, la premonición de un suceso fatídico, no como la azarosa irrupción de la muerte en medio de la vida, sino como arribo, caída, descenso a lo más alto: a la morada de la perfección, de Dios, en medio del silencio frío y blanco de la nieve.

En el segundo segmento nos encontramos con un diálogo impactante y conflictivo entre un hombre y una mujer, asistidos en la sucesión de las acciones por un parco pero acucioso narrador observador en 3era persona. La pareja se ha quedado varada en medio de una llanura y esperan la llegada de un aeroplano para que puedan llevar el cuerpo del hombre, que se está muriendo, a un hospital. Se encuentra acechado por las miedosas aves carroñeras que esperan su deceso.
El hombre quiere iniciar una discusión, un pleito, una disputa para hacer que el tiempo pase rápido. Hace uso de ironías y escarnios, que su mujer, piadosa y solidaria, no comprende. Por otro lado, de forma inconsciente la mujer ofende al hombre al tratarlo de cobarde por no luchar, no mostrarse positivo ni dar muestras de deseo de supervivencia. Eso ofende al hombre, siendo él duro y recio al estar manteniendo en sus condiciones una conversación tan poco quejumbrosa y con ánimos de diversión, de entretenimiento. La llama tonta, estúpida. La mujer se pone nerviosa desde antes, al notar las mordacidades del pesimista y le trata de dar ánimos inútilmente. El hombre se ha resignado a morir y los buitres cual símbolo de esta aceptación comienzan a bajar, a caminar y a observar desde el suelo de igual a igual con los hombres, pero sin acercarse, como temiéndoles.
Le mujer representa las esperanzas de vivir, el deseo de seguir en el juego, la carrera de seguir existiendo, la apuesta por ganar. Es rica de hecho es quien mantiene al hombre y la que ha financiado su viaje a ese paraje africano donde habían llegado para cazar, pero donde al parecer el hombre vivirá sus últimos días representando la desidia, el abandono, la indiferencia frente a la vida, el cansancio abrumador y total, la entrega a la muerte. A pesar de, se nos anuncia, haber dejado una labor de suma importancia inconclusa.
Comienzan a beber, ambos personajes son asiduos a la bebida.
Nos enteramos además que la herida que tiene postrado a Harry, el personaje masculino, es una gangrena en la pierna derecha, que pudo haber sido evitada, pero que el olvido, la despreocupación de Harry al no desinfectarla devino en tan grave infección que ahora le está segando la vida. Con la gangrena desapareció el dolor y con ello el miedo dejando solo cansancio y cólera en él. Pero lo más importante es que ya no podrá escribir las cosas que había dejado para cuando tuviera la experiencia suficiente para hacerlo.
La mujer se pregunta el por qué de estas desventuras: perdidos en el África a la espera de que los rescaten y Harry muriéndose de una gangrena en la pierna y las respuestas de Harry, a pesar de estar tomando, son sumamente centradas, racionales y materialistas: primero, por no haberse echado yodo en la pierna luego de hacerse la herida; segundo, por no haber contratado un buen mecánico para conducirlos; tercero, si ella se hubiese quedado con sus amigos ricachones dentro de la civilización nada de eso hubiese sucedido. Para finalmente frente a todas las negativas de la mujer terminar diciéndole que no la quiere, que nunca la ha querido, a diferencia de ella que lo ha querido y lo quiere y lo demuestra constantemente con su preocupación y por desear mantenerlo con vida. Comienza a hacerse evidente la falta de amor de Harry, que simplemente está cansado y resignado a morir.
El tercer segmento como el primero está en cursivas. Pero se nos dice con las tres primeras palabras que son sucesos de su imaginación, de su memoria. Asalta un primer recuerdo: la luz de un tren atravesando la oscuridad. Luego nos dice que éstas son las cosas que había reservado para escribir en otra ocasión, cuando estuviese mejor preparado, cuando tuviese el tiempo de hacerlo, cuando se sintiera preparado para hacerlo. Luego recuerda que la mala observación de la nieve en una montaña hace que un viejo alto mando militar dé una mala información a sus subordinados mandándolos a la muerte. Luego recuerda a un hombre que habiendo desertado a su ejército llegó a la casa de un leñador donde Harry se encontraba alojado para ocultarse de la gendarmería, pero con los pies sangrando por la nieve y el helado camino que tuvo que hacer. Luego el recuerdo de un tal Herr Lent que perdió todo lo que tenía jugando a los naipes en la Madlener-haus donde pasaron toda una semana encerrados debido a la nieve y recordó que gran parte de su vida se la había pasado jugando. Finalmente tiene una serie de otros recuerdos breves relacionados con la nieve cuando se encontró en plena guerra mundial en el frente austriaco y termina con la imagen de cuando se quitaba los esquíes para ingresar a una casa cuyo interior, cálido, lleno de humo y con olor a vino fresco le dan una apariencia de “cumbre del Kilimanjaro”, de llegada luego de un fatigoso y cansado viaje a través de la nieve.

En el cuarto segmento volvemos al diálogo entre Harry y su mujer. Esta vez discuten sobre los sitios que frecuentaban y donde se hospedaban cuando vivían en París. Harry no los recuerda y considera que recordarlos y sentir cariño por ese pasado es una porquería, lo cual definitivamente hiere a la mujer. Para pedir disculpas recurre a la misma mentira de siempre: le dice que la quiere, que ella lo sabe, que a nadie quiere como a ella. Lo cual la ánima, pero inmediatamente él vuelve a arruinar la relación a llamar a sus palabras poesía podrida. Actuando como el mal sobre el bien, sobre ella, como la muerte sobre la vida, complementarios, uno el límite del otro, uno necesitado del otro, como los objetos bajo la luz con sus sombras. A Harry no le gusta dejar nada detrás de sí.

El quinto segmento comienza con Harry despertando solo al inicio del anochecer, su mujer a la que le había enseñado a cazar y a la que en el segundo segmento, bajo ese pretexto le pidió medio en serio, medio en ironía que lo matara, se encuentra cazando animales para conseguir comida. Su relación en este punto es un poco como los leones, en la que el macho es mantenido por la hembra que es más eficiente en las labores vitales como la cazería, aunque el macho sea más fuerte e imponente. Aunque en el caso de los leones, estos no cazan porque la melena les pesa mucho; en el caso de Harry este ha perdido las ganas de vivir porque está muriendo por la gangrena y es conciente de que en verdad no ama a su mujer. Se pone a reflexionar que ella no tiene la culpa de haberlo conocido así. Ya desde antes les mentía a las mujeres para obtener éxito con las mujeres, sus favores sexuales y dinero. Y sus mentiras lo fueron acercando a mujeres de cada vez mayor dinero hasta llegar a esta su última mujer, que lo rodeó de millonarios, esos indiferentes frente al trabajo, pues no necesitan trabajar; de los que piensa hubiese sido apasionante escribir si no fuese porque las comodidades que esta mujer le dispensaba embotaron sus habilidades de escritor, reblandeciendo su voluntad de trabajo y sumiéndolo en la apatía y el desgano propio de los ricachones con los que en un principio no se identificaba, con los que se sentía diferente, como un observador extranjero en su nación. Acá usa la metáfora de los boxeadores que acumulan grasa por no hacer ejercicio. Todos estos lujos lo estaban llenando de una “grasa espiritual” que lo tenía inmovilizado. Así que decide realizar el viaje a África donde tiempo antes había vivido buenos momentos y de donde llevaba gratos recuerdos. A ella que le gusta lo novedoso, los cambios de escenario, la gente nueva y las sensaciones agradables le satisfizo la idea y ella financió el viaje de ambos. Le resignación de Harry va más allá de simplemente aceptar su muerte, se siente resignado a aceptar la vida hipócrita que ha llevado viviendo hasta ahora, al lado de una mujer que no ama e incluso a la que guarda cierto resentimiento por haber truncado su talento a la que culpa por su pérdida de talento, su flojera, su desidia. Aunque inmediatamente se da cuenta que el único culpable de su pereza y holgazanería para escribir y de no haber explotado su propio talento es él mismo y su orgullo y sus prejuicios personales. Finalmente concluye, el talento consiste en cómo vive uno la vida. Además aunque él no la ame, le entrega su vitalidad y ella lo ama como escritor, hombre y compañero y se siente orgullosa de él.
Ella regresa con la presa de su cacería cargada por sus sirvientes. La contempla todavía la encuentra bonita. Ella es muy parecida a él, ha tenido una vida disipada. Enviudó joven, uno de sus hijos murió, sus pasiones son los caballos, los libros y el alcohol. Tuvo muchos amantes que la hacían sentir sola. Ella queriendo rehacer su vida conoce a Harry y admirada porque es escritor, porque consigue lo que quiere, su amor fue creciendo progresivamente alimentado en efecto por la vitalidad de ese hombre.
Le manifiesta el deseo de prepararle algo de comer y cuidarlo. También el que si estuviese bien podría disfrutar del todo ese viaje. Luego le pide que no vuelvan a discutir, pues ella lo ama y esas discusiones la destrozan. Le insiste en que el aeroplano que los sacará de esa situación llegará al día siguiente y que no morirá. Se ponen a beber. Aparece una hiena, antes de que anochezca pero con suficiente oscuridad como para no poder cazarla con un arma, la misma que aparece todas las noches por ahí desde hace dos semanas, dice él.
Mientras beben él se da cuenta que ella es muy buena con él, que fueron sin motivo sus disputas de esa misma tarde, producto de su desánimo, desconsuelo y frustración por asumir que moriría sin llevar a cabo de plan de escritor. Y eso lo hizo actuar con crueldad e injusticia con esa mujer delicada y maravillosa. Le parece bien que hayan dejado de pelear, aunque mientras lo hacían era eso lo que a él mejor le parecía para hacer pasar el tiempo de espera de la muerte en el caso de él, del rescate en el caso de ella. Pero de todas formas con todas las mujeres que amo siempre tuvo una pelea que destruía todos los vínculos de amor. “Había amado demasiado, pedido muchísimo y acabado con todo.” La mujer se va a bañar, para al regresar comer con él y luego entrar a dormirse. Lo deja solo.

El sexto segmento son pensamientos nuevamente en cursivas, recuerdos de sus mujeres anteriores. La carta que le escribió a su primera, a la que abandono y a la que nunca pudo olvidar aunque se la pasara con prostitutas todo el tiempo. Le escribió diciéndole que nunca más pudo curarse de su amor y que la buscaba en otras mujeres. Salió con una, pero la abandonó el mismo día porque no sabía bailar y se fue con una mujer de vida alegre armenia por la que se peleó con un artillero inglés hasta quedar muy mal ambos. Se acostaron y la abandono antes de que despertara. Esa misma noche viajaba hacia Anatolia. En Constantinopla vio a muchos soldados muertos vestidos de mujeres, asesinados por sus propios oficiales. Luego regresó a París y observó el ambiente artístico, cultural. Volvió a buscar a su primera mujer contento por que hubiesen terminado todos los problemas hasta que llegaron las cartas que él mismo había enviado y así volvió a terminar su relación con ella a morir con ella. Y así todas sus relaciones habían sido tormentosas y motivo de inspiración para escribir cosas que nunca escribió. Así como sus aventuras a través del mundo y su paso por acontecimientos históricos mundialmente como la gran guerra.

En el séptimo segmento, vuelve del baño la mujer y lo primero que él le dice es que lo ayude a escribir que él le va a dictar. El hecho de que sabe que va a morir, el que lo haya asumido lo impulsa a vivir intesamente, mucho más que la mujer que todavía guarda reparos, lo cuida, le recomienda que tome el caldo caliente para que se fortalezca. Y a él nada de eso le importa. Toda su pasión e ímpetu están volcados en la consumación de aquello que dejó siempre para el final y por darle un final distinto a esta relación. Esta vez no quiere pelear, a diferencia de todas sus demás relaciones. Pero quiere escribir, no se rinde a escribir lo que se había propuesto.

En el octavo segmento, en cursivas, él le comienza a dictar algunas anécdotas. La primer es la de una cabaña que se incendió y en la que se quemaron pertrechos de cacería: escopetas, cartuchos y cajas. Una vez reconstruida la casa no se volvieron a comprar armas. Tal vez por que las mismas armas fueron las que iniciaron el incendio, no se sabe por qué no se compraron más armas una vez la casa se reconstruyó, pero las antiguas siguieron afuera derretidas probablemente entre un montón de cenizas que nadie volvió a tocar. Luego un recuerdo de una temporada de pesca en un lago con un hotel agradable que tuvo muy buenas rentas un año, pero al año siguiente debido a la inflación no pudo ni abrir y cuyo dueño se suicidó.
Esa era fácil de dictar se dice, pero luego comienza a recordar la vida en la Plaza Contrescarpe en París, donde la mujer de un ciclista se sintió tan orgullosa del tercer puesto de su marido en la prueba París-Tours que le mostró a todo el mundo el recorte de deportes donde salía el hombre. Todos lo vecinos de ese barrio eran pobres. Recuerda que eran de dos tipos las personas de la Plaza: deportistas y borrachos y que conocía a todos ahí. Esa zona pobre de París fue lo que más le gustó, tan llena de anécdotas e impulsos y excesos de la gente del pueblo.

El noveno segmento sucede después del dictado, la mujer le ofrece más sopa. A la que se niega y le pide whisky, que ella no le da. Cuando se vaya, “tomaré todo lo que haya”, piensa. Muy cansado, pero tranquilo, después de estar escritas algunas cosa que deseaba escribir siente la catarsis de la labor anhelada realizada e imagina a la muerte yendo en silencio por una calle empedrada alejándose. Como vemos él no se identifica con los ricachones de la sociedad de su actual mujer, pero sí con los borrachos del barrio pobre de París, que saliendo de trabajar van a emborracharse para regresar al trabajo al día siguiente. Y por sus memorias del segmento anterior podemos ver su apego al fracaso al que inexorablemente el destino le tiene preparado por ejemplo al dueño del hotel y al abuelo al que se le quema la casa, así como la idea de dejar la agresión, de no volver a comprar armas.

El décimo segmento, en cursivas, piensa en una anécdota parisina, del París que a él le interesaba, ese París mórbido como la historia en la que piensa en este segmento: la del muchacho al que le dejan en cuidado el forraje de un rancho, que al ser necesitado por un viejo. Va lo pide y el muchacho se niega. Golpea al chico, que se vuelve a negar y frente a las amenazas el peón toma una escopeta y mata al viejo. Que es recogido por la policía y luego de las investigaciones y dar con el asesino, éste se pone a llorar de impotencia en busca de ayuda por haber cumplido bien su función. E historias bizarras y negras, de asesinatos, como esa parecidas y buenas tenía como veinte que nunca había escrito.

En el onceavo segmento, ya borracho, el diálogo con su mujer continúa. Ella no toma mucho. Pero él, ahora cuando está al borde la muerte por una gangrena perdido con una mujer en medio de la llanura es que decide que tiene que escribir todas las historias que guardaba para escribir después. Y piensa que si sobrevive no va a escribir las historias ni de los pobres ni las de los ricos que eran unos perezosos y unos alcohólicos, como lo que es él ahora que se está muriendo.
Así como siempre creyó “que podría vencerlo todo y a todos y que nada podría hacerle daño, ya que nada le importaba”. Ahora no le importaría morir. Siempre le temió al dolor, pero lo aguantaría mientras no fuese duradero y agotador. Sin embargo, nos deja en suspenso algo lo hería mucho “y cuando iba a abandonarse a su suerte, cesó el dolor”.

El doceavo segmento es el recuerdo espeluznante recuerdo que tiene del oficial Williamson. Quien herido de una granada y con las tripas afueras entre las alambradas de púas siguió vivo, después de consumir todas las tabletas de morfina y al que tuvieron que matar. Pues ya lo habían conversado en los términos de que Dios no deja que alguien sufra más de lo que puede soportar.

El treceavo, junto con el penúltimo y último segmentos, es el más revelador de todos y más ambiguo pues aquí Hemingway juega con la presencia y personificación de la muerte. De manera que no nos enteramos de quién es realmente la muerte ni de lo que realmente mata a Harry debido a los juegos de metáforas que utiliza. Voy a ensayar algunas posibles interpretaciones de este desenlace del cuento.
Comienza comparando la agonía suyo con la del oficial Williamson, frente a la que la suyo es nada. Piensa en la compañera con la que le hubiese gustado estar en ese momento sin darse una respuesta. Se impacienta, ya sabe que la muerte le va a llegar esa noche y no quiere que dure mucho. “La reunión ha terminado y ahora has quedado solo con tu patrona. ¡Bah! Este asunto de la muerte me está fastidiando tanto como las demás cosas”, piensa. Le dice a su mujer que es un fastidio todo lo que dura mucho, pudiendo referirse a la agonía que está viviendo pero también a la relación que él tiene con ella y en general a toda su vida llena de fracasos amorosos. Harry mira a su mujer, que está detrás del fuego y detrás de ela está la hiena haciendo ruido, donde la luz del fuego no deja verla. Él la ve cansada y le pregunta si está bien, ella responde que solo tiene sueño y que él ha estado escribiendo y también se siente cansado. En ese momento “la muerte se acercaba de nuevo”. La muerte se personifica pero no sabemos cómo es que se acercaba no sabemos qué es exactamente lo que ve Harry, si ve a la muerte en el fuego, si en su mujer, si en la hiena, si en algo más o si en todo junto. En ese momento comienza a delirar y sigue hablando alertando a la mujer de que la muerte no es como la mayoría la imagina puede tomar cualquier forma y no ocupa ningún espacio. Lo común sería pensar que nada le sucede, sino que simplemente se está muriendo. Sin embargo dado que ese espacio vacío podría ser ocupado por la hiena que finalmente al ver a la mujer dormida y al hombre alucinando se acerco a comérselos a los dos. O la mujer que cansada de los maltratos de Harry, sobre todo con esa última frase de que es un fastidio todo lo que dura mucho, decide matarlo al ver la falsedad de los sentimientos de él. Lo que es claro es que algo va matando a Harry, lo normal es pensar, creo yo que simplemente se trata de la gangrena y que la muerte se ha personificado: “Harry trataba de echarla sin hablar; pero todo su peso estaba sobre su pecho, y mientras se acuclillaba allí y le impedía moverse o hablar”, ya incapaz de entrar en conciencia, es decir ya muerto, “oyó que su mujer decía: Bwana, ya se ha dormido. Levanten el catre y llévenselo a la tienda, pero con cuidado.” ¿El crimen perfecto cometido por la mujer?, ¿alucinación de un Harry que se niega a creer que una hiena ha acabado con ellos, en su debilidad? ¿o simplemente la gangrena que lo ha matado dejándolo como dormido?

El catorceavo y penúltimo segmento, parece ser una alucinación de Harry, que nos tiene a todos en suspenso. Al parecer no ha muerto aún a pesar de las delirantes descripciones de la noche anterior. Llega el aeroplano y se lleva a Harry. Mira pequeños a los animales de la llanura desde allá arriba, atraviesan una nube de langostas, luego atraviesan una tormenta. Finalmente observa desde la avioneta la cumbre del Kilimanjaro, sabe que es allí a donde va como el leopardo del inicio del relato. ¿Quien sabe si ese leopardo hallado no son los restos de Harry?

En el último segmento el relato parece regresar a la realidad, de la mujer que queda viva y anula el final en el que la hiena los ha matado a todos en el campamento, pues oye el sollozo del animal. Pero sigue durmiendo soñando. Los gritos de la hiena son tan fuertes que despierta busca a Harry y lo encuentra muerto.

Extraído de: Mi memoria USB

Las esferas en El obsceno pájaro de la noche de José Donoso

En el presente ensayo voy a trazar un paralelo entre las ideas expuestas en “Esferas I: Burbujas. Microsferología”, del filósofo taoísta alemán Peter Sloterdijk y “El obsceno pájaro de la noche” del escritor chileno del boom latinoamericano José Donoso. Brevemente las ideas son estas: 1.- seres como cavidad para la resonancia, 2.- las influencias desde el centro o corazón de una voluntad, 3.- la cohabitación simétrica de espacios entre el ser y su sombra o su doble, 4.- la resonancia del miedo a través de mitos que prefiguran, como la voz de la madre en la sonósfera, la construcción de la identidad del mudito y Jerónimo de Azcoitía.

Para comenzar estas son las definiciones de esferas que aparecen en el libro del alemán. Las esferas son el lugar que los hombres crean para tener un sitio donde poder existir como quienes realmente son. Una esfera es un entorno favorable de crecimiento, un sistema en el que el individuo se relaciona con otros con los que comparte la misma esfera.
La esfera es la redondez con espesor interior, abierta y repartida, que habitan los seres humanos en la medida en que consiguen convertirse en tales. Toda esfera alberga un contenido que es transferido de un polo a otro a través de la inspiración.
“Es un globo de dos mitades, polarizado y diferenciado desde el comienzo, ordenado interiormente, sin embargo subjetivo y capaz de sensibilidad: un espacio común de vivencia y de experiencia, dúplice y único a la vez”. P. 51

Sloterdijk utiliza el mito bíblico de la creación de Adán para desarrollar su teoría antropopoiética. El hombre primero fue modelado, en la biblia se dice que de barro porque fue escrita en una época en que la técnica ceramista permitió el desarrollo del sedentarismo gracias a la construcción de vasijas o espacios con interior. Así Dios habría creado como los alfareros un receptáculo que llenó con su aliento, al que inspiró. P. 42-43

Las esferas son producto de la relación del uno con el otro. De hombre con Dios, con su otro invisible, de recipiente o medio con su fuente que le transmite un contenido, que llena y le da sentido al envase con mundo interior. De esta forma se crea una esfera pues nos aclara que no es que el demiurgo preexista al objeto creado. Si el demiurgo no crea nada, entonces nada es.

“El llamado ser originario creador no es preexistente a la obra pneumática, sino que se genera a sí mismo sincrónicamente como íntimo En-frente de su igual.” P. 47

Para poder adquirir su estatus de dador requiere a alguien que lo reciba. Así en esta relación se establece un primer vínculo fuerte esférico, perfecto, equilibrado, que permite a uno y otro convivir en armonía. Para que haya una esfera tienen que haber dos o más que la habiten. Desde el momento en que un niño es concebido son dos los que hacen que el niño crezca, tanto física como sicológicamente: el mismo y su madre a través del líquido amniótico. En la vida intrauterina el niño convive con la placenta, es su único compañero, su gemelo, su protector, como un ángel guardián que es igual a él porque conviven en el mismo tibio receptáculo, pero totalmente distinto porque una vez pasados los nueve meses de gestación la esfera que aloja al nuevo ser entra en crisis y el niño tiene que nacer como salido de un huevo. Cuando el niño nace y abandonada la esfera de la matriz materna, su compañero, su cáscara es desechada para que éste pueda madurar en una esfera de proximidad ampliada, una esfera más grande en la que tendrá mayores posibilidades para el ejercicio de su libertad pero en la que los peligros de lo exterior son en definitiva mayores, y en la que tendrá que rehacer su relación con su compañero o complemento para poder volver a crear una esfera, que es su sistema inmunológico frente a las amenazas de lo exterior, lo extraño, lo casual.

Así cuando está en el vientre materno. No solo nutrientes y químicos lo alimentan en gestación, sino que éste ya comienza a escuchar la voz de su madre, que le dice lo que necesita y desea escuchar; una voz casi propia en medio de lo que Sloterdijk llama el canto de sirenas (como el paso de Ulises a través del canto de estas criaturas que lo intentaron seducir para apartarlo del camino de retorno a Ítaca, su hogar), los ruidos del exterior que no lo llaman a nada y que probablemente no estén remitidos a él. Y debido a su carácter vascular, lleno de un vacío propio de sí, que es llenado por la voz de su madre o de Dios o de aquello por lo que el individuo se deje llenar/alimentar, adquiere dirección, sentido; se hace resonante puede a su vez inspirar en otros, aunque de forma diferente y diferida. Puede por ejemplo escribir y crear objetos artísticos o culturales en general en los que la identidad comunitaria, ese gran otro que es de todos, conforma esferas de mayores dimensiones. Cuando dentro de una placenta hay ya varios individuos se puede estar hablando de horda, clan, tribu, sociedad, nación. Y esa placenta nutricia, está en los textos que comparte toda cultura: mitos, tradiciones orales, escritas, novelas, música, gestos, lenguaje en general. Fuera del vientre materno la forma que tendrá de crear fuertes vínculos con otros será a través del encuentro interfacial. La inspiración vendrá de lo bello, la voz de la madre entre el canto de sirenas, será como el rostro del ser amado en medio del mar de otros rostros.

Hasta la época moderna todas las esferas han estado buscando su imperialización, su hegemonía por encima de las demás, bajo la creencia de que la fuente está ubicada en un centro, llámese Dios, ideal, rey, etc. El poder albergar a la mayor cantidad de individuos para inmunizarlos del exterior peligroso y salvaje fue la misión de la iglesia católica y del imperio romano. Llenar esos cuencos con la bella, buena, justa e ideal luz que irradia su centro del cual el poder de seducción fascina a sus oyentes, observadores, testigos, prometiéndoles la inmunidad frente a lo ajeno inherente a toda esfera. De esta forma aparecen dos tipos de personas las que se dejan llenar por esta luz irradiada desde el centro esférico desde donde quien está más cerca al centro es “más elegido”, “más noble” y “más bello” que aquellos que yacen en la periferia o perdidos en el exterior de tal esfera, los vulgares, los que ni siquiera tienen un nombre pues no han sido alumbrados por un solo rayo del Dios solar del centro.

De la página 172 a la 174 parafrasearé una información que será útil al ver lo que sucede en la novela de Donoso con Jerónimo de Azcoitía y Humberto Peñaloza quien sería el mudito.

En el año 38 a.C., Octavio, el futuro César Augusto, hace acuñar una moneda en la que aparecen dos rostros de perfil mirándose el uno al otro, en el de la izquierda el César coronado, al que se designa como el divino Julio y a la derecha casi como un reflejo su sucesor y sobrino, que en aquel momento se hacía llamar el hijo de Dios. Dentro de una cultura en la que se lee de izquierda a derecha el mensaje que dan al Imperio es la transmisión interfamiliar del poder de un viejo a un joven dios.
“Octaviano [el joven] está frente a su padre como “hijo de derecho divino”. Por adopción encomienda el padre a su hijo la misión imperial; por su parte, el hijo elige al padre propio como su dios idiosincrásico... El dinero es la tercera persona de la trinidad romana: por eso, quien ve en el denario al hijo de Augusto, ve a la vez al padre. Padre e hijo están unidos por el espíritu que vale; la forma circular de la moneda reduce a los dos únicos a su forma ideal. Mientras estuvo en curso todo podía conseguirse con esa pieza de dinero; es la hostia pragmática de la Roma aeterna.” Pp 172-174.

Una vez realizado el anterior vistazo sinóptico a algunas de las ideas del interesante libro Esferas. Procederé a ver cómo funciona esta idea de esferas en los personajes de Jerónimo de Azcoitía y el mudito en la novela “El obsceno pájaro de la noche”.

Jerónimo de Azcoitía retorna de Europa llamado por su tío, Clemente para ser candidato a diputado de una provincia a la que en principio se niega porque sabe que su numerosa familia es conocida por manipular la política del país. Le dice que se colocara donde se colocara, de todas formas su familia con su tío en la cabeza lo utilizarían como recipiente del poder que los Azcoitía detentan y que solo tendrá libertad para reproducirse y crear nuevos cuerpos para que ese poder transite, se ejercite/ejerza, funcione.

El tío termina sus días dentro de la Casa, donde son recluídos los ancianos y sus esferas grises e indescifrables que guardan debajo de la cama; enloqueciendo y, según los rumores: el ruido, el canto de las sirenas que forma una esfera de la que participan las viejas y huérfanas que habitan la Casa; penando desnudo como la última vez que se apareció en público, totalmente demente debido al encierro. Pero cuando le ofrece la candidatura a su sobrino todavía es un Reverendo Padre, representante del poder de Roma, del linaje directo del dios católico que es quien dirige los movimientos de la esfera social en la que se desenvuelve la trama de la historia

A pesar de ello Jerónimo acepta y se casa con Inés de Santillana. Para que la sangre noble pueda tener descendencia en nombre de dios y lo más elevado, etc. Sin embargo, una semana antes de la boda. Inés le presenta a su novio una mujer que ha vivido con ella durante toda su vida y a la que quiere mucho porque es su nana y le salvó la vida a costa de su propia salud cuando era niña: la Peta Ponce. Al conocerla Jerónimo observa que es una mujer de la servidumbre, apestosa, que ha vivido toda su vida en una despensa oscura rodeada de verduras, con sus trapos y cachivaches como todas las viejas; a pesar de que en su primer encuentro recibe de la vieja unos pañuelos finísimos y delicados bordados por ella. Sin embargo, prevé que la vieja será una intoxicación dentro de su esfera matrimonial, un impedimento para el libre desenvolvimiento de su relación de pareja, una entrometida de la clase baja, aquellos que ni siquiera tienen rostro ni como reconocerlos. Además ambas, Inés y Peta, son una resonancia, una repetición de un mito maldito de pueblo: el de la niña bruja que salía de noche transformada en chonchón (un pájaro del lugar) junto a su nana que lo hacía convertida en una perra amarilla. Y ambas vivían en una familia de puros hombres. Esta transformación escandaliza al pueblo pues los animales embrujados traían peste a los pobladores. Tal es así que el rumor llega a los oídos de la familia de la niña que no lo cree, hasta que un día reciben aviso del avistamiento de la perra amarilla a la que golpean hasta dejar muerta y al entrar en la habitación de la niña descubren que en efecto se trataba de un par de brujas que salían a encontrar placer en el exterior de la esfera en la que habían sido encerradas, clausuradas en otros cuerpos. La bruja vieja es el chivo expiatorio y el pueblo vuelve a la tranquilidad sin preguntar por la niña noble.

Este mito junto al del imbunche, que es lo que las brujas como la del mito anterior hacen con las niñas, cosiéndoles sus nueve agujeros corporales para tenerlas cual atado de memorias pero vivo e idiotizado, como texto de escritor loco y neurótico incapaz de olvidar, pero deseoso de darle vida, para recordar, para revivir a la memoria. Guardando viejas partículas de esferas ya rotas (cascarones), implosionadas hace muchos años, inexistentes, olvidadas por todos, menos por ellas mismas porque en eso es en lo que terminan derivando: en un atado de recuerdos imperecibles que solo la vieja que los ata, los escribe, los teje, los textualiza, puede interpretar. El imbunche es todo lo contrario a una esfera y la bruja todo lo contrario a una madre. No es con amor que le da forma, sino con miedo a perderse, a olvidarlo todo, miedo a que el pasado no pueda regresar nunca. El atado de una vieja es el cúmulo de chucherías que guarda debajo de su cama, las huellas de los pasos más importantes en su tránsito por la vida, que puede ser confundido con basura, pero que conforma su ser-con virtual, que ya no es un otro vivo, de la misma especie, sino solo un manojo de cosas que solo para la vieja cobran algún sentido. La bola gris formada por ese montón de cosas que se rompen al tacto y que resultan indescifrables para aquellas otras viejas que rebuscan en esas bolas para quedarse con algo de valor una vez que la vieja que la creó se ha muerto, es la unidad de lo que ha reconstituido como su propia vida.

En el mismo sentido la Casa de la Encarnación de la Chimba es una pelota plateada llena de viejas que las familias adineradas quieren tener debajo de la cama, en el olvido entre imágenes rotas de santos y habitaciones y pasillos a medio construir y destartalados, a medio destruir.

De todas formas Jerónimo e Inés se casan y se llevan a vivir con ellos a la Peta Ponce porque en la luna de miel Inés le hace prometer a Jerónimo, en medio de un orgasmo, que la llevarían. La Peta curaba a los sirvientes, entre otras artes mágicas que solo ella sabía realizar. Pero en 5 años de matrimonio a pesar de los consejos y paliativos preparados por la Peta, Inés no puede dar a luz.

De otro lado, el mudito, Humberto Peñaloza, hijo de un ferrocarrilero que apenas si recuerda el nombre de su padre, escuchó y observó, se alimentó toda su vida del extraño comportamiento de su padre frente a los que tienen dinero: aquellos que tienen un rostro, lo cual les permite encarar a otros y ser admirados, que son alguien y manejan los hilos, y deciden los destinos del resto de la sociedad. Y aunque el viejo Peñaloza (apellido de ningún abolengo, si no todo lo contrario, común y simple) nunca lo logró; su hijo Humberto, joven escritor y luego secretario de Jerónimo Azcoitía, guarda la esperanza bajo la influencia de la proximidad del Señor Azcoitía de ir adquiriendo algo de esa identidad señorial, control, poder, que su padre tanto les envidió en vida a gente como los Azcoitía.

Y en efecto, Humberto fue ascendiendo en la confianza que Jerónimo iba depositando en él. Desde que en el día de las elecciones roban unas ánforas en las que presumiblemente ganaría el oponente de Azcoitía y todo el pueblo condena al adinerado por ese exabrupto. Sin embargo éste se muestra cual un sol lleno de indiferencia e insultándolos a todos (esos sin rostro ni nombre) diciéndoles que él no tiene la culpa de lo sucedido, caminando desde el Club Social hasta la iglesia seguido por un Humberto que aunque del lado de la gente del pueblo, de la provincia alejada: los pobres, los wakchas; no hizo nada, solo caminar detrás de su patrón. Y en la iglesia de donde iban a escapar subiendo una pared, Humberto pasa primero para ver que no haya peligro pero recibe una bala en el brazo y cae.

Se teje un embuste para hacer creer a todos que quien recibió la bala fue Jerónimo y a partir de aquí es que Jerónimo se apropia de la herida en el cuerpo de Humberto. Comienzan a sucederse una serie de eventos mágicos y desafortunados. Humberto queda desmayado mientras Jerónimo con el brazo manchado con la sangre de Humberto sale a ofrecer el rostro, la identidad brillante y bien establecida, para encarar al pueblo por la bala recibida. Humberto es llevado por la puera rasera de la iglesia a la hacienda de Jerónimo, la Rinconada donde es recibido por Inés quien lo cuida junto con la Peta Ponce.

La Peta le insiste a Humberto en ausencia de Jerónimo que Inés necesita algo para ser feliz, cosa que Humberto sospecha: que le den el hijo que Jerónimo hasta ahora no ha podido darle. La Peta ya tiene tramado un plan mágico para fertilizar a su niña, a su protegida. Jerónimo llega una noche para pasarla en casa, entre sus viajes políticos, teniendo que dar entrevistas acerca de la bala recibida. Y la Peta llama a Humberto diciéndole que la señora Inés lo necesita, que si no se acerca el dolor de su brazo se incrementará. Él va pero está todo oscuro y desea a la señora Inés porque es bella. Se le acerca y la penetra mientras ella grita ¡Jerónimo, Jerónimo! Mientras solo le es permitido tocarla con el pene que la penetra y el resto de su cuerpo no tiene acceso a la señora que le es vedada, no la puede tocar ni besar. No le puede pertenecer en reciprocidad, él está representando, siendo un medio de una idea mensajera anterior a él, el marido Jerónimo.

Al día siguiente Humberto sospecha que en realidad con quien mantuvo la relación sexual fue con la Peta Ponce en su hedionda y desordenada habitación, mientras en la habitación matrimonial-señorial, los esposos concebían con la potencia del Humberto y la fertilidad de la Peta, quitándoles sus atributos durante esa noche en complicidad con la luna y la perra amarilla que esa noche fue asesinada por los perros negros de Jerónimo, un hijo que será descendencia de la noble, notable y lumínica familia, un nuevo representante de Dios en esas tierras.

Inés queda embarazada y Jerónimo no puede tener más sexo con ella. Así que comienza a asistir acompañado de Humberto a casas de prostitutas y encuentra placer en la mirada de envidia de Humberto, un placer homosexual y perverso en su mirada impotente de no poder tener relaciones sexuales a pesar, de según lo narra el mudito que es el mismo Humberto, tener un falo enorme y potente que es el que a partir de aquella noche en la que el nuevo Azcoitía fue concebido le robó a Jerónimo. Le quito su virilidad a cambio de la posibilidad de procrear.

De esa forma se establecen en parejas, esferas de cohabitación, pero enfermas e insoportables entre Jerónimo y Humberto, pero también entre Inés y la Peta Ponce para el ulterior alumbramiento de Boy, un niño deforme que termina siendo el último de los Azcoitía (casi como en el caso del produco incestuoso “niño con cola de cerdo” de Cien años de soledad). Una pareja luminosa que para poder procrear necesitó de una pareja de sombras, de muletas, de ayudas, y finalmente de consuelos para poder cerrarse en la generación de un nuevo ser.

Bibliografía
DONOSO, José. El obsceno pájaro de la noche. Lima, 2002, Ediciones Peisa.
SLOTERDIJK, Peter. Esferas I: Burbujas. Microsferología. 2da edición. Madrid, 2003, Siruela.

Extraído de: Mi memoria USB

La revolución cotidiana en “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro” de Rubem Fonseca

El presente ensayo tiene como objeto analizar y brindar una interpretación al cuento largo “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro” del autor Brasilero Rubem Fonseca. Para tal fin he divido el relato en 13 segmentos. La división se corresponde a la realizada por el autor, que tiene el texto separado en 11 segmentos por una línea en blanco entre cada uno. El primer segmento del autor, que comienza con “Augusto, el andarín...” y que termina con “...el culo al ser expelidos”, yo lo he subdividido en 3 segmentos que más adelante analizaremos. Y los dos últimos segmentos propuestos por el autor los he juntado en uno solo debido a su brevedad y a la relación que hay entre ambos. Además he subtitulado cada uno de los segmentos para su mejor referencia en el presente estudio.

1.- Augusto, el andarín

Este segmento comienza con “Augusto, el andarín...” y termina con “...vehículos y, principalmente personas”.
Se nos presenta al protagonista de esta breve novela. Epifanio, quien después de haber ganado la lotería deja su empleo y se cambia de nombre para dedicarse a su verdadera vocación, la de escritor y caminante. Acá comienza un paralelo que continuará hasta el final de la historia y que es la simiente de lo que yo vendré a llamar la revolución de lo cotidiano. Pues como veremos, la escritura como tecnología es importante para la consecución de este fin y Augusto lo sabe. Augusto no piensa fracasar como su amigo Joao, quien tuvo una vida llena de desgracias y que no pudo dar a luz la obra de seiscientas páginas que iba escribiendo bajo la consigna de trabajar de día y escribir de noche, puesto que había asumido que es imposible vivir de la literatura.
Como Augusto ganó la lotería, ahora se dedica a caminar por las calles de Rio de Janeiro día y noche, mirando todo con atención, alerta, despierto para captar lo que sucede, como un buen escritor.

2.- Visita al cinetemplo

Este segmento comienza con “El otro día entró por primera vez...” y termina con “...el hombre sin oreja no se mueve.”
En sus caminatas, un día Augusto entra a un cinetemplo de los que abundan en Rio. Todos los días de ocho a once de la mañana funciona como un templo al que asisten alrededor de 40 mujeres con problemas de salud. Luego, a partir de las dos de la tarde se vuelve cine porno. Éste es el primer vínculo que encontramos en forma de oxímoron entre iglesia, que normalmente es entendida como grupo de personas que se reúne en un recinto sagrado, que a otra hora del día es todo lo opuesto, un sitio donde los hombres sacian sus reprimidos impulsos sexuales a través de la masturbación, pecaminosa desde el punto de vista religioso. Augusto entra y se sienta en una de las bancas del fondo, con anteojos oscuros y sin una oreja en este paradójico local para escuchar lo que habla Raimundo, el pastor de esta iglesia evangélica; éste al notar la extraña presencia de Augusto pide en medio de una canción en la que rezan “Vete Satanás, Jesús te derrotó”, que quienes estén con Jesús levanten las manos y se perturba al ver que Augusto no las levanta ni siquiera se inmuta y permanece como una estatua.

3.- Historia de Raimundo, el pastor

El segmento comienza con “El pastor Raimundo emigró...” y acaba en “olor mefítico que le queman el culo al ser expelidos”.
Se nos dice que Raimundo fue vendedor ambulante a los veinte años. Luego, a los veintiséis un pastor que escucha su forma persuasiva de vender lo llama para ser pastor de la Iglesia de Jesús Salvador de las Almas, lo cual lo hace sentirse agradecido. En el presente del relato cuenta con treinta años y se dice que siempre cumplió con eficiencia sus funciones, incluso cuando a su madre vieja y enferma tenía que lavarla todos los días, aunque paradójicamente hubiese preferida verla morir a los cincuenta, todavía no tan acabada como al parecer pasó sus últimos días, haciéndose la caca en la cama. Se nos dice que tiene la creencia de que el demonio puede aparecer en carne y hueso con una diferencia en el cuerpo, como Augusto al que le falta una oreja.
“Y está inquieto y más con aquel hombre de anteojos oscuros, sin una oreja, que no levantó la mano en apoyo de Jesús. Después que el hombre apareció, Raimundo empezó a sufrir de insomnio, a tener dolores de cabeza y a emitir gases intestinales de olor mefítico que le queman el culo al ser expelidos”.
En este punto valdría la pena preguntarnos si el que se está convirtiendo en demonio ¿no será él?
4.- Una noche solitaria en el piso en el que se escribe El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro

Este segmento principia con “Esta noche, mientras Raimundo...” y finaliza con “Solvitur Ambulante”.
Este segmento comienza colocando en paralelo las noches en vela tanto de Raimundo como la de Augusto, en un par de líneas. Mientras el primero no duerme por la preocupación de haber visto al “demonio”, este “demonio” se encuentra sentado frente al cuaderno en el que escribe “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro”. Se nos dice que el primer capítulo tratará acerca de sus caminatas por el centro de la ciudad, de donde todavía no sale en sus caminatas inspiradoras. O sea que la nouvelle que estamos leyendo podría ser comprendida como el primer capítulo de esa novela que el personaje Augusto está escribiendo. También se nos dice que su autor no tiene claro qué capítulo será más importante. El resto de la ciudad es solo conocida por Satanás, por quién en el segundo segmento de nuestro análisis se nos dijo que Augusto siente cierta atracción.
Nos cuenta la historia de cómo vino a vivir en un edificio del centro de la ciudad. Y es que paseando, se detuvo a ver los balcones de hierro forjado del cuadrilátero comercial formado por las principales calle comerciales del centro en una meseta entre cerros. Conforme el tiempo pasó los comercios del centro fueron cerrando y un viejo, dueño del edificio en el que había una sombrerería lo invita a ver una claraboya en el piso superior del edificio, mencionando además la manía de los gobernantes de la ciudad por cambiar los nombres de las calles, tema que se repite un par de veces más dando como ejemplo, en el que vendría a ser el quinto segmento, el caso de la calle de las Marrecas, que también se llamó calle de las Boas Noites, Barao de Ladário, André Rebouças, luego Juan Pablo Duarte y volvió a llamarse calle de las Marrecas. Dando a entender el dinamismo, el constante cambio y la polisemia de las ciudades modernas latinoamericanas.
Augusto muestra su fascinación por el sitio, por la ventana en el techo, la enormidad del salón vacío, los cuartos, el baño con loza inglesa y los ratones, animales que son de su preferencia desde la infancia, indicador de su pertenencia a la marginalidad desde tan temprana edad.
El viejo lo invita a vivir en el piso más alto por su afinidad con Augusto, a ambos les gustan los ratones y las claraboyas antiguas, aunque considera un pesar el nihilismo del joven.
Vemos también que Augusto es una persona contemplativa. Pues deja de escribir y comienza a observar a través de un lente como el que tenía en la infancia. A través de sus recuerdos nos enteramos que su infancia también la pasó en el centro, en casa de su padre cuya fachada fue destruida para la construcción de una tienda de electrodomésticos. Debido seguramente a este tipo de conflictos con las imágenes de su infancia es que Augusto es un postmoderno en contra de la modernidad y sus construcciones, imágenes y relaciones que se disuelven en el aire.
Luego nos habla de las intenciones que tiene para con el libro que escribe. No quiere que sea una guía para turistas, ni una motivación para la caminata como ejercicio para mantener una buena salud, tampoco pretexto para tocar temas históricos. Lo que quiere es “encontrar un arte y una filosofía peripatéticas que ayuden a establecer una mejor comunión con la ciudad.” Lo que busca Augusto son soluciones a los problemas de la moderna Río de Janeiro y una forma de pensar para encontrar una forma de actuar ligada en lo más íntimo a la ciudad, que nazca de ella y que regrese a ella para mejorarla, curarla, sanarla.

5.- Los activistas

Esta parte comienza con “Son las once de la noche...” y acaba en “...quince días con su método infalible.”
“Además de andar, enseña a las prostitutas a leer y a hablar de manera correcta… Es un problema que hay que resolver.” La pregunta es por qué lo hace, que incluso les ofrece dinero para que se queden a aprender a leer. A qué mundo las quiere iniciar este escritor, que siempre está en las calles junto a los marginales, los desposeídos, los que viven en la calle y de la calle. La lectura habilita facultades racionales que aquel que no sabe leer no pone en funcionamiento por falta de ejercicio, la capacidad para abstraerse e imaginar nuevas posibilidades, nuevas realidades, otros mundos, soluciones.
Caminando pasa al frente del Teatro Municipal, donde se anuncia un recital de ópera, manifestación pasada de moda de la llamada “alta cultura”. En su fachada hay dos jóvenes que hacen un grafiti con errores ortográficos “LOS SÁDICOS DEL CACHAMBI TIRAMOS LA CALABASA DEL MUNICIPAL GRAFITEROS UNIDOS JAMÁS SERÁN VENSIDOS” y un símbolo de un pene de cerdo con glande humano. Augusto al pasar por ahí les hace ver los errores ortográficos a ambos muchachos que responden: “Pues, entendiste lo queremos decir, ¿o no?, entonces jódete con tus reglitas de mierda.” La actitud contestataria, contracultural, marginal, es evidente. Además es una forma de decirle a la sociedad, algo que Banksy, famoso grafitero inglés anónimo, ha venido diciendo esta década. El arte no es algo que deba estar dentro de los museos, ni donde sea que lo quieran poner aquellos que dicen qué es alta cultura, y qué no lo es. El arte es lo que está sucediendo a cada instante, lo que cada persona hace con su vida, es una forma de contemplar el mundo, de caminar por las calles e intervenirlas. El arte es la forma como cada individuo hace manifiesta su propia voluntad.
Más adelante se encuentra con Hermenegildo, otro activista que pega manifiestos en contra de los autos en los parabrisas. Su posición es ecologista y está en contra de la contaminación de los autos. Pero Augusto también está en contra de los autos, más adelante en el segmento onceavo con una clara posición antimoderna dice: “en todas las calles de la ciudad los automóviles golpean unos con otros en busca de espacio para locomoverse y pasan por encima de las personas más lentas o distraídas.” Los autos son como armaduras que las personas se ponen para ser más rápidas y más fuertes. Y aunque al parecer el tema de la ecología es secundario para Augusto, su espíritu antimoderno en contra de los automóviles como buen andante lo mueve a aliarse por esa noche con Hermenegildo y se asocian en la calle para realizar una acción directa conjunta: entrar en un estacionamiento privado y pegar los manifiestos en los carros más nuevos. Luego de ello se separan. Se vuelve a detener a contemplar, cual obra de arte en un museo el diseño del “pene ecléctico”. Más tarde, entra a un Mc Donalds, símbolo por antonomasia del sistema capitalista imperante para orinar en sus baños limpios, cosa por demás común y corriente en todas partes del mundo.
Al salir, en una zona roja, se acerca a una mujer y le pregunta si es un travesti, que le responde con otra pregunta: “¿Qué tal si tu mismo lo descubres?”, pregunta de irónica connotación hermenéutica. Luego en una tienda tomando agua conoce a una prostituta a la que lleva a su piso para enseñarle a leer con un método infalible, se llama Kelly.

6.- Camino al campo de Santana

Este segmento comienza en “Por la mañana, dejando a Kelly...” y termina en “Me tengo que ir.”
Kelly se queda en su departamento esa noche, pero él duerme en el suelo. Su interés por las prostitutas no es sexual. Les desea enseñar a leer, para evitarles llevar esa vida triste y dolorosa, procurándoles una vida mejor. En la mañana sale a caminar. Observa que cada vez hay más puestos de juego en la ciudad y más suicidas. Y con ello la decadencia y desesperanza de sus habitantes que solo ven en las apuestas o el suicidio una salida a esa desesperante vida de ciudad sudamericana postmoderna: ganar como lo hizo Epifanio, para cambiarse al nombre de Augusto, nombres de etimología simbólica que será luego utilizada por el mismo autor más adelante; o morir como su amigo Joao, sin fama ni gloria.
“Aunque parezca deambular, nunca está precisamente ocioso.” Augusto a lo largo del relato muestra que siempre está activo, participa de lo que sucede, interactúa con las personas, no se muestra indiferente con lo que sucede a su alrededor, observa pero también interviene. Al pasar por una calle tiene recuerdos de su abuelo y la dedicación que ponía en la labor que realizaba: construir muñecos día y noche envuelto en lo suyo, motivo por el cual lo admiraba. A pesar de no recordar como murió.
Pasa al frente del Real Gabinete Portugués de Lectura e imagina que en esa biblioteca tendrá lugar su libro cuando esté publicado: uno más entre los océanos de otros títulos, tal como él es, uno más entre los océanos de gente caminando por las calles.
En este segmento nos enteramos de su verdadera pasión por los árboles, es por eso que se dirige al Campo de Santana y aunque en el trayecto pasa por monumentos cargados de Historia, nada de eso le interesa más que los árboles tan inmanentes, enraizados, impasibles y estáticos. “Augusto piensa sólo en los árboles, los mismos de aquel tiempo lejano.” No olvidemos que Augusto es un nostálgico, pero no un cursi. Su contemplación es casi mística, le dan ganas de arrodillarse frente a los árboles más antiguos, pero esa actitud servil frente a los ídolos es lo que lo mueve a odiar a Cristo y a la iglesia que lucra con el miedo de sus creyentes y no solo eso sino que se organiza como una empresa transnacional, como un cartel para obtener dinero.
Una vez que llega, se sienta en una banca al lado de un hombre que habla con su perro. Augusto le pregunta la hora y el perro le responde. Lo primero que piensa Augusto es que se trata de un ventrílocuo. Se despide y se aleja. Demostrando una actitud racional, no le gusta perder el tiempo con asuntos extraordinarios, paranormales o fantásticos nos dice el narrador. Y por supuesto, a Augusto lo que le importa es la realidad palpable, la que vive cotidianamente, la de su ciudad y su flora y fauna humana.

7.- Una noche entre los árboles

Este segmento comienza con “No tiene que ir a ningún lado...” y acaba con “...podría inclusive intentar volar.”
“Su plan aquel día es quedarse entre los árboles hasta la hora de cerrar y cuando el guardia comience a pitar él se esconderá en la gruta.” Primero hay que observar el comportamiento “en contra de unas reglas que en principio no entiende: “¿Qué es lo que los guardias temen que se haga durante la noche en el Parque de Santana?” Luego se responde que tal vez los marginales hambrientos entren para comer ratas y tener sexo. Pero que finalmente termina desobedeciendo para seguir su propio mandato, su propio camino fuera de las reglas como el antihéroe que es.
“Augusto entra hasta el punto más profundo de la gruta y se queda inmóvil como una piedra, o mejor, un árbol subterráneo. La gruta es artificial... pero hace tanto tiempo que parece verdadera”. Augusto realiza un rito, se hace uno con su objeto de contemplación a tal punto que permanece quieto en su meditación, en éxtasis incluso cuando los murciélagos, imagen bastante malditista, salen volando de la cueva y él se encuentra oyendo los ruidos de ratones invisibles. Una vez que no hay peligro de ser visto por los guardias sale a caminar de noche entre sus amados árboles, símbolo de tradición, antigüedad, vida que permanece quieta, grandeza, espíritu clásico.

8.- Un día con Kelly

Este largo segmento comienza en “Cuando el día llega...” y acaba con “...especie de liberación, dice el viejo.”
Por la mañana regresa a su casa maldiciendo el que no hayan más árboles en la ciudad. Se encuentra en su departamento con Kelly, que le pide que la deje quedarse a vivir con él. Cosa que Augusto acepta, pero solo por quince días. Luego la acompaña a la casa donde vivía anteriormente con su “protector”, un tipo al que Kelly le tiene miedo porque la tiene amenazada de cortarle la cara y para el que ha dejado de trabajar. Una vez que llegan se muestra abusivo y violento con Kelly, pero al ver al hombre al que le falta una oreja, cambia y se comporta como un cobarde intimidado por el caminante, al igual que la mayoría de personas violentas. Dejando ir a su mujer y quedándose solo.
Luego se detienen a tomar café en una calle, pero solo encuentran una juguería donde no sirven café y donde tienen un diálogo que revela la personalidad postmoderna pero radicalmente distinta de ambos personajes. Kelly se queja de que no puedan conseguir un sitio donde tomar café con leche y tostadas con mantequilla. Lo que le recuerda a Augusto una canción de un viejo músico llamado Noel, que Kelly no conoce porque no es de su tiempo. La actitud de ella es promoderna aunque se queje, como todo en la modernidad es paradójica tampoco le importa el pasado, se siente siempre encantada, fascinada, cautivada por las chucherías nuevas, las que finalmente termina despreciando. Y por otro lado, Augusto y su antimodernidad lo hacen quejarse constantemente de las nuevas costumbres y usos que desdicen a las costumbres y formas antiguas, como por ejemplo la forma de las cafeterías de antes en las que “te sentabas en un estanquillo, no estabas de pie, como nosotros aquí, y había una mesa de mármol donde podías hacer dibujos mientras esperabas a alguien y cuando la persona llegaba la podías ver a la cara mientras conversabas.” Todos argumentos que son rebatidos por Kelly. Y es que en la modernidad en la que todo está en constante movimiento, devenir; qué necesidad hay de sentarse para tomar un café si un poco más y te obligan a tomártelo de camino ya sea a casa o al trabajo y no hay espacios para que uno le pueda mirar la cara al otro para conversar. Y sin embargo, Kelly le dice que esas cosas que cree que no se realizan en la modernidad es lo que están llevando a cabo, se están mirando, están conversando y si quiere dibujar lo puede hacer en una servilleta. Y he aquí otra de las características de la modernidad, su fugacidad, lo efímeras que son las bases materiales en las que se realizan esos “dibujos”, esas manifestaciones del individuo creador: simples servilletas de papel.
Luego siguen su trayecto, Augusto convence a Nelly, a quien le gustan los niños, de ver a sus amigos Marcelo y Ana Paula que tienen una bebé. Sin embargo al llegar, Kelly se entera que estos amigos son marginales que viven en una casa de cartón en una calle al costado de un banco con una familia de negros, los Gonçalves. Benevides, el jefe del clan, un negro que siempre está borracho, habla con Augusto mientras Kelly permanece del otro lado de la acera por asco y rechazo a los miserables indigentes. Uno de los negritos de la numerosa familia Gonçalves se acerca a Augusto para pedirle unas monedas pero Benevides lo golpea y le dice que ellos no son mendigos, trabajan, se dedican a la recolección de papel para su reciclaje. Le cuenta que la vez pasada llegó un tipo diciendo que estaba organizando a los mendigos en una asociación llamada Mendigos Unidos, que siempre se le encuentra en la calle de Jogo da Bola y cuyo nombre es Ze Galinha. Benevides se muestra paranoico y desconfiado. Augusto le recalca que el motivo por el que lo visita es porque le gusta conversar y que solo necesita decir lo que le dé la gana decir. Finalmente al despedirse ambos hombres se dan un abrazo y el negro descamisado le murmura amenazadoramente al oído que probablemente quieran echarlos porque va a haber un congreso de extranjeros y que no quieren que se les vea ahí viviendo en las calles del centro. Cosa que rechaza tan rotundamente que incluso luchará para quedarse ahí al costado del banco y no volver al sitio en el que estaban antes donde les quemaron las casuchas, por seguridad. Augusto que toda su vida también ha vivido en el centro de Río le dice que él tampoco saldría.
Se van Augusto y Kelly le explica que los mendigos en las zonas de calor son aun más miserables porque no usan ropa a diferencia de los mendigos de zonas frías donde las ropas les dan un aire más decente.
En este segmento que es el más extenso se encuentran las dos oraciones más largas del relato, que manifiesta el hecho de que ha pasado un día largo con Kelly, en el que en realidad han hecho varias cosas e ido a varios sitios, las oraciones son las siguientes:
“Augusto le muestra los árboles a Kelly, le dice que tienen más de doscientos años, habla del maestro Valentim, pero ella no se interesa y solamente sale de su tedio cuando Augusto, desde arriba del puentecito sobre el lago, del lado opuesto a la entrada en la calle del Paseo, en el otro extremo, donde queda la terraza con la estatua del niño que actualmente es de bronce, cuando desde encima del puentecito Augusto escupe en las aguas para que los peces pequeños coman su catarro”.
Y “ Kelly se detiene frente a las mesas , examina todo, pregunta el precio de los radios de pilas, de los juguetes eléctricos, de las calculadoras de bolsillo, de los cosméticos, de un juego de dominó de plástico que imita al marfil, de los lápices de colores, de las plumas, de las cintas de video y casetes vírgenes, del colador de café de paño, de las navajas, de las barajas, de los peines, de los relojes y de otras baratijas”. Y lo anoto porque es poco común en Fonseca, y sobre todo en esta nouvelle, el uso de oraciones tan extensas, que claro, no son tan extensas si las comparamos con oraciones de por ejemplo Marcel Proust.
Ahora se dirijen al Timpanas a almorzar con el viejo, un lugar en el que el viejo enamoró a una muchacha que nunca olvidó, “que vivía en un edificio al lado del restaurante, construido en mil novecientos y algo” y que pronto será destruido al igual que el resto de edificios, motivo por el cual el viejo se queda contemplando en la puerta mientras los jóvenes entran. Kelly le pregunta a Augusto por qué no la abraza como lo hizo con Benvenides cuando se despidieron. Mientras almuerzan el viejo les habla acerca del pasado, de la antigüedad cuando “había menos gente y casi no había automóviles”. También les dice que antes las personas eran menos estúpidas y tenían menos prisa, eran más como los adorados árboles de Augusto y eran también más inocentes, agrega Kelly. “Era más esperanzador, la esperanza es una especie de liberación”, concluye el viejo.

9.- Raimundo pide consejo, pero el obispo le pide dinero

Mientras esto sucede con Augusto, Kelly y el viejo. Raimundo es llamado por el obispo de su iglesia. Para pedirle explicaciones sobre por qué las donaciones de su parroquia andan tan bajas. Le pone el caso del pastor Marcos, creador del sobre de donaciones y las donaciones especiales en un sobre de distinto color. “Jesús necesita dinero”, arguye el obispo hipócritamente cuando los que hacen uso del dinero de las donaciones son las personas como él, los comechados que viven de las donaciones de los idiotas creyentes.
Raimundo le explica que el demonio ha ido a su iglesia, refiriéndose a Augusto y que desde su aparición la gente ya no realiza donaciones. Ponen excusas para no pagar como el hombre de anteojos oscuros al que le falta una oreja. Sólo van a apreciar el espectáculo. El obispo le explica que siempre que el demonio aparece es para hacer un pacto, en el que el pastor debe ser el más listo para demostrar que es un buen pastor.

10.- Sobremesa con Kelly y el viejo

Durante el almuerzo en el Timpanas. Augusto le propone ir a ver una zapatería que antes fue un cine a Kelly, la que le responde que mientras él no oiga la historia de su vida no lo acompañará a ningún lado. Él no la escucha porque dice que ya oyó la historia de otras veintiséis putas y son todas iguales. Hace la aclaración de que Kelly no es su novia si no simplemente alguien a quien le enseña a leer y a hablar. “Ya no voy a ser puta. Ya dejé eso,” dice Kelly. Lo cual es importante pues es la primera manifestación dentro del relato de que la revolución cotidiana de Augusto tiene un resultado positivo, la ha transformado, la ha revolucionado. Le ha hecho tomar una decisión que la favorece. Podría decirse que la ha evangelizado con la buena nueva de la modernidad: el conocimiento encerrado en los textos solo abiertos para quienes pueden acceder a ellos a través de la lectura es transformador.

11.- Encuentros callejeros

El lunes, para desagraviar a Kelly, Augusto decide ir a comprarle una piedra semipreciosa donde su amigo Mojica, un proxeneta de mujeres gordas. En el camino se encuentra con una revuelta de vendedores ambulantes desalojados que entran a las tiendas a saquear. La bulla es muy perturbadora y estridente, vidrios rotos, puertas de acero derrumbadas, gritos de mujeres que corren por la calle. En esas circunstancias Augusto se encuentra en la calle con Raimundo que le pregunta qué ha estado haciendo. “Escribiendo un libro”, responde Augusto, pero nosotros sabemos que no ha sido solo eso lo que ha hecho, que tal vez en estos días ni siquiera haya estado haciendo eso, sino viviendo: enseñándole a leer a Kelly, caminando de un lado a otro, hablando con gente, quedándose a dormir dentro de una plaza, etc. También le pregunta su nombre. Y responde: Augusto. Epifanio. Y en ese momento comienza a llover, momento que me recordó la escena final de la saga de Matrix en la que Neo finalmente se enfrenta a Mr. Smith rodeado de todos sus clones. Raimundo le pregunta, desubicado a Augusto lo que quiere, que si quiere un pacto. Éste le responde que su entrada al templo fue una casualidad y luego se despide. Raimundo comienza a preguntar obsesionado “¿Es un pacto? ¿Es un pacto?” Augusto lo deja atrás pues tiene un asunto que hacer y Raimundo se desmaya y tiembla convulsivamente en el suelo mojado por la lluvia debido a su encuentro con quien cree es Satán. Augusto: magnífico, majestuoso y Epifanio: oriundo de manifestación divina. Nombres que considera soberbia y burla. Sin embargo recordemos que en todo caso se vuelve magnífico y majestuoso una vez que se gana la lotería.
Augusto por otro lado realiza el negocio con Mojica y se encamina en la búsqueda de Zé Galinha por la calle del Jogo da Bola, una vez llegado a esa calle pregunta por la persona que busca a un hombre con bermudas y sandalias hawaianas, que lo ve con mala cara, no responde y se aparta. También le pregunta a un niño que a cambio de unas monedas le dice que no conoce a aquel del que habla, pero que vaya a la esquina de la plaza Major y pregunte por ahí que le pueden dar respuesta. Augusto se dirije hacia los hombres que están ahí parados y dice buenos días. Zé Galinha lo encara y le pregunta quién le habló de él, es un negro grande sin camisa, rodeado de otros de apariencia peligrosa, uno de ellos lleva una porra en la mano. Augusto delata a Benavides. Zé establece una distinción entre él y Benavides: “ese negro borracho es un vendido, feliz porque puede vivir en una caja de cartón, agradecido porque puede recoger papel en la calle y venderlo a los influyentes. Ese tipo de gente no apoya nuestro movimiento”. Augusto les da su verdadero nombre luego de titubear y les dice que está escribiendo “El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro”. Lo revisan. Zé Galinha decide hablar con él. Le da su verdadero nombre: Zumbi del Jogo da Bola, y el de lo que parecería ser su partido político Unión de Desamparados y Descamisados, la UDD. Y hace la aclaración que eso de Unión de Mendigos es el nombre que le ha puesto la oposición. Luego, en un emotivo y patético discurso habla acerca de sus fines políticos. Se trata de la unión de lo más bajo de la sociedad de Río, los mendigos que apestan, que comen, duermen, tienen relaciones sexuales y defecan en las calles unidos para luchar contra el orden común de los ciudadanos de la ciudad. Ha dado la orden de que no se afeiten, que apesten; y que no pidan limosna, sino que roben, tanto hombres como mujeres y niños. La policía los encierra y los vuelven a dejar libres por su hediondo olor. Augusto le pregunta si sabe leer a lo que él responde “Si no supiera leer estaría viviendo feliz dentro de una caja de cartón, recogiendo sobras”. Nuevamente un argumento a favor de la hipótesis de que la revolución de lo cotidiano comienza con la pasión por la lectura, el acceso a las ideas y los valores humanistas de la ciudad letrada. Al preguntarle de donde obtiene los recursos para su asociación, Zumbi, da por concluida la conversación y ordena que le devuelvan sus cosas sin responderle.
Al regresar a su piso vuelve a pasar por el sitio donde momentos antes había una revuelta y encuentra esa calle ocupada por tropas de choque de la Policía armados hasta los huesos y las tiendas saqueadas están cerradas.

12.- Solvitur ambulante, Augusto necesita respuestas

Kelly está leyendo enojada en la habitación de Augusto. No acepta el regalo que Augusto le lleva y tira la piedra contra la claraboya que felizmente no se rompe. Nos enteramos al comparar el comportamiento de Kelly con el de otras putas, que fue una de ellas la que ante la negativa de Augusto de tener sexo le arrancó la oreja entera de un mordisco. Kelly también se siente mal porque no sabe por qué Augusto no quiere hacerla suya y se pone a llorar. Lo que él siente es un amor fraterno y dice unas palabras de contenido zen cuando ella le pregunta si no siente deseos de una mujer, de acostarse con ella: “ni tengo deseo, ni esperanza, ni fe, ni miedo. Por eso nadie puede hacerme mal”. Kelly salta en histeria y comienza a gritar. Augusto la abraza y ella llorando le pregunta por qué no la lleva al convento de San Antonio, forma discreta de pedirle que se casen en realidad. Augusto al no saber qué hacer va a buscar al viejo al que le pregunta por qué las personas quieren seguir viviendo. El viejo le devuelve la pregunta para que él diga por qué quiere seguir viviendo y Augusto responde: por los árboles, porque quiere acabar de escribir su libro y que a veces piensa en matarse, que hoy al ser abrazado por Kelly tuvo ganas de matarse. Se entiende que de casarse con Kelly tendría hijos con ella y por la forma de actuar y pensar de Augusto eso sería lo último que desearía hacer, no desearía atarse de ese modo al mundo criando hijos, condenándolos a vivir en un mundo tan oscuro y decadente. El viejo le responde que si no tuviera ningún recuerdo no permanecería vivo. ¿La esperanza?, pregunta Augusto. La esperanza es para los jóvenes le responde el viejo. Y tiene sentido ya que las funciones de recordar el pasado (que la mayoría de las veces se recuerdan los buenos momentos) así como de proyectar el futuro (cosa que por lo general se realiza con esperanza) suceden en los mismos espacios cerebrales, poniendo en funcionamiento las mismas conexiones neuronales. Llegando los científicos a la conclusión de que recordar el pasado y proyectar el futuro son lo mismo y que por lo tanto las ganas de vivir del viejo está motivada por la belleza de esas imágenes que tiene en la mente, así como la de los jóvenes que tienen imágenes del mismo tipo pero proyectadas hacia el futuro. Augusto, regresa donde Kelly y le pregunta si tiene algún buen recuerdo. Ella responde que todos sus recuerdos son horribles. Augusto sale a la calle de nuevo. Encuentra a un hombre que siempre ve destruyendo teléfonos públicos, aunque los teléfonos públicos no le importan, le grita: “deja en paz esa mierda” y el tipo sale corriendo. O sea que Augusto es como una especie de ser de moral tan elevada que hace lo que considera justo sin miedo y sin reparos, algo así como el protagonista interpretado por Robert de Niro de la película Taxi driver, que toma la justicia por sus manos y decide actuar por cuenta propia.

13.- Amanece en la ciudad

Hacia el final de la nouvelle a Augusto lo intentan asaltar dos maleantes a los que amaga. Los ladrones, él sabe se acercan y dicen unas cosas antes de cometer su crimen. Él no les deja decir nada, no los escucha, se cambia de vereda y los deja gritando atrás, apartándose rápido.
A las tres de la madrugada llega al muelle, es la hora de regresar a su casa a escribir, pero es domingo. Va a esperar el rayar del día. No se quiere casar, quiere mantener su libertad para seguir caminando. Espera la salida del sol, como todo revolucionario espera la llegada del nuevo amanecer en el que sus sueños se vean logrados, a pesar de que no sueñe nada. Tal vez simplemente sueñe con un mundo en el cual sí tenga ganas de traer hijos al mundo. Las olas del mar, sus altibajos chocan contra el muelle y hieden, como la inestabilidad, la crisis, el caos, el dolor, su sonido es como un suspiro, un gemido previo al triunfo de la revolución. Es domingo será otro mal día.

Extraído de: Mi memoria USB

jueves, 21 de agosto de 2008

Fragmento de El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro de Rubem Fonseca

“Pon atención, distinguido amigo, en primer lugar mi nombre no es Zé Galinha, es Zumbi del Jogo da Bola, ¿entiendes? Y en segundo lugar no soy presidente de ninguna puta Unión de Mendigos, eso es una mamada de la oposición. Nuestro nombre es Union de los Desamparados y Descamisados, la UDD. No pedimos limosnas, no queremos limosnas, exigimos lo que nos quitan. No nos escondemos debajo de los puentes y de los viaductos o dentro de cajas de cartón como ese puto Benevides, ni vendemos chicles y limones en los cruceros.”
“Correcto”, dice Augusto.
“Queremos ser vistos, queremos que miren nuestra fealdad, nuestra suciedad, que sientan el olor de nuestro sudor en todas partes; que nos observen haciendo nuestra comida, durmiendo, jodiendo, cagando en los lugares lindos donde los bonitos pasean y viven. Di órdenes para que los hombres no se afeitaran, para que los hombres y las mujeres y las criaturas no se bañen en las fuentes públicas, en las fuentes públicas orinamos y cagamos, tenemos que apestar y asquear como una montaña de basura en medio de la calle. Y nadie pide limosna. Es preferible robar que pedir limosna.”
“¿No tienen miedo de la policía?”
“La policía ya no tiene dónde encerrarnos, las cárceles están repletas y somos muchos. Nos detienen y tienen que soltarnos. Y apestamos demasiado como para que tengan ganas de golpearnos. Nos quitan de la calle y volvemos. Y si mataran a alguno de nosotros, creo que eso va a pasar en cualquier momento, y sería hasta bueno que ocurriera, así agarraríamos el cuerpo y exhibiríamos el esqueleto por las calles como hicieron con la cabeza del Lampiao.”
“¿Sabes leer?”
“Si no supiera leer estaría viviendo feliz dentro de una caja de cartón, recogiendo sobras.”
“¿Dónde consiguen recursos para su asociación?”
“Se acabó la plática, Epifanio. Recuerda mi nombre, Zumbi del Jogo da Bola, tarde o temprano vas a oír hablar de mí, y no será por el culo-sucio del Benevides. Toma tus cosas y vete.”

Extraído de: Rubem Fonseca. El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro.

jueves, 7 de agosto de 2008


Oh, qué nena tan mala! Qué pedazo de mi propio cerebro estará dejando estos anónimos tan animosos. Iz gut, pero finalmente tienes algo interesante que decir, mi querida Tyler Durden???

Planeta anónimo me da igual quién seas, cuántos seas, dónde estés. En mi camino solo existe el sol de invierno y nada más. Habla lo que quieras, haz lo que quieras. Todo está más que perfecto. Hace rato que te espero y vivo de los frutos que a tu sombra yacen en el suelo, es verdad. Soy un primate en la escalera plateada, arriba, abajo, ¿qué más da? El cielo está en todas las casillas.
Niña, india, puta, ¿crees que me ofendes? Ni un poco, y lo sería con orgullo: hasta una niña, una india y una puta son preferibles a ser un anónimo. En el fondo es lo que desearías ser y como no te atreves necesitas a alguien más allá, afuera, que lo sea por ti. ¿Niña, india, puta? ¿Es lo que necesitas? Te consigo las que quieras, tía. Sigue con algo realmente bueno. "Piojo" jajaja sí bloodlicker, sin ti qué sería de mi fama, ¿no? De ti dependo, a ti me debo, ¿te gusta mi sangre? Te la obsequio.
Humanos contemplen el encuentro entre el manantial humano y el piojo anónimo. Todos llevamos uno adentro.
¿Un pavo? qué de sorprendete tiene eso, en cada círculo de humanos he sido llamado de distintas formas por idiotas que nunca han llegado a comprender mi verdadera realidad y naturaleza, no los culpo ni condeno. Pavo, no es la primera vez que me lo dicen. Soy un pavazo, un lornaza, un idiota, sí me encanta ser lo que soy y ¿qué más?

¿Quién te crees que eres? Yo te lo voy a decir (¿así pretendes ser un punk? jaja) En tu caso algo peor que eso, eres igual a mí, eres yo. Despierta de tu sueño, todos somos uno. Si alguna vez me hubiese importado lo que piensen los demás acerca de mí, crees que alguna vez habría comenzado a escribir. Humanos... no me desesiones pe causa. Ya quiero tener mi compu de nuevo.