miércoles, 24 de septiembre de 2008

Tíranse al suelo como en el video de Just o como los hombres transparentes de los que habla Breton

Hey, kiero dibujar con palabras una página en blanco
Kiero describir la canción de Estamos felices que estoy escuchando
Ser infitinamente felixísimo es más ke posibel y real, yo diría que
necesariamente urgente. Digo todos tenemos que filalmente lograr
saber que ya todo está perfekto, todo bien hecho, bien puesto, bien acomodado
bien. bonito. bien. bonito. bien. bonito. bien. bonito.

Y ya pes qué xucha.

Así está la cosa. a Veces me preguntan que por qué no habloi
o ke si soi tímido. En verdad no tengo idea. Será que no tengo nada que decir.
Ya pues soy zi. No importa, no puedo besar todas las paredes
no puedo mirarme en todos los espejos. En el museo del D.F. no puedes quedarte
a contemplar todos los cuadros. Déjate llevar. Al final siempre terminas mirando
los que más te gustan. A tu alrededoit se quedan las personas que más quieres.
Los lugares a los que vuelves siempre.
Piensa, sigue pensando. Todo ser humano a lo largo de una vida llega a tener
alrededor de 5 966 pensamientos distintos. Y aunque nunca llegue a pensar en él.
Sé que el 5 967 sería ighual de espectacular que los axteriorens. Igual de hermoso como la iguana.
Hace casi 10 años que tengo 16. Y no soy el único que lo dice. Antes no me gustaba, PARECES MENORRRR UUUUUHHHH!!!
(dedo urgándose la nariz)
ahora pienso que está bien, es bonito estar en un cuerpo que siempre
tendrá 16, como Lina Inverse y todos los hechiceros.

Cuando haces magia no envejeces. Manu Chao, Estamos felices, Posnormal, Caramelitus, Moldes de pichi, los artistas están
en todas partes poniendo su música en cualquier lado como los pájaros desde el amanecer
y los tios que compran botella, ropa, bateria, boteeeeyyyaaaaaaaa.
Pintando las paredes, caminando de un sitio a otro sin hacer nada o tomando fotos.
Los problemas de que el mundo sea extremadamente hermoso no me importan.
¿Qué importancia puede tener el que ya no exista nada importante?
Y que cada quien sea el artista que fabrica su propia vida.
Lo realmente importante hoy en día es el dolor de los que todavía no han visto mmm
no sé. Esa cosa. Tienen que verla. Pero nadie la puede ver por ellos. Es decir pueden ir
los ángeles occidentales (jajajeeeerrkkkeeeewwwaaaaaaarrrrgggggghhhh) con sus tarjetas de crédito,
o puede una señora en una combi decirle
a un niño que se vaya con ella, que lo va a meter en un colegio, como lo vi una vez, puede
uno decirle al mundo que ya son felices, que ya todo es perfecto, que no hay nada que esperar
que ya somos eternos y que podemos hacerabsolutomente cualquier cosa que a nuestros pervertidos
y escurridos cerebros, como las gotas que resbalan sobre los paraguas, se les ocurran. Pero los pobres hombres
se seguirán agrupando en torno a líderes idiotas y mandones, y los niños explotados por sus padres escogerán
lo mismo de siempre, por mierdo. Y el resto de idiotas va a decir que es imposibel, que estoy más kemadoa
ke la puta madre, ke la puta madre, ke la puta mdre. ke la puta madre. Me llegan al pinxo. Por eso no hablo con
nadie. No porque sea tímido. Sino que es mñas interesante lo que pueda suceder en mi cerebro flotante que
los que me puedan venir a decir cualquier huevon de mierda que no tiene idea de nada. Ké más da, eso también es divertido.
AH VERDAD, CONOCERME ES ALGO PELIGROSO. LO HE PENSADO Y ME HE DADO CUENTA QUE SÍ. KÉ KAGUE DE RISA. LOS HUMANOS ESTÁN CAGADOS.
CÓMO YO QUE SOY UN PAN DE DIOS, PUEDO REPRESENTAR ALGÚN PELIGRO... NO SÉ. Piénsalo están aterrados de tirarse en el olvido.
De ya pes, aceptar que ya todo se fue a la mierda, que ya es tiempo de volver a comenzar todo de nuevo.

Un poco de entrenamiento y ya.
Un poco de entrenamiento y lo haré, cualquier cosa. Nada puede detenerme.

La tierra es fuerte.
Pero el agua es más fuerte pues finalmente terminará por deshacerla y hacerla perder la forma.
El agua es fuerte.
Pero el aire es más fuerte porque solo flotando sobre el agua la evapora,
la hace desaparecer y ser una con el aire, en forma de vapor.
El aire es fuerte.
Pero el fuego es el más fuerte porque se alimenta del más fuerte de todos los anteriores,
aunque cualquiera de ellos lo pueda apagar.
Y sin embargo, en cualquier momento el fuego vuelve pronto.

La tierra es la materia.
EL agua son las emociones.
El aire es la mente.
El fuego es el espíritu.

Ahora ya sssssaben, hijos. El father ha hablado. ¿Qué forma le voy a dar a mi blinblin?

Les exijo que sean felicees. jajajajaja

Extraído de: el blog de Miguel's Band en myspace posteado el 8 de marzo de 2008. Desconozco mayormente al autor, generalmente desconozco quién es el autor.

Tetsuo: el hombre de metal

Nuestros cerebros se están convirtiendo en iron man de black sabathch.
Tío, tienes que ver Tetsuo sin vomitar y luego ponerte a dormir y salir a Tokyo a encontrarte con los vagabundos del dharma que volvieron a la madre patria.
www.onironautas.org



LA CALERA DESTRYUNEDO

sábado, 20 de septiembre de 2008

071-B-078





The only people for me are the mad ones,
the ones who are mad to live, mad to talk,
mad to be saved, desirous of everything at
the same time, the ones who never yawn
or say a commonplace thing, but burn, burn,
burn, like fabulous yellow roman candles
Exploding like spiders across the stars.
Jack Kerouac, On the Road.


¿Cómo se mata a una fiera imaginaria? Semáforo en rojo de pronto y él con un pie en la vereda y otro en la pista. La pregunta en el aire. El pie suicida regresa a la vereda. Las máquinas motorizadas avanzan como abejas ruidosas. La pregunta en el aire. ¿Cuál es la pregunta? ¿Cuál es, cuál es…? Siempre el olvido como un golpe seco que deja su cerebro vacío hasta que la memoria trae la pregunta de regreso. ¿Cómo se mata a una fiera imaginaria? ¿Cómo mato al ser que todos creen que me habita?¿Acaso no lo ven? Es un monstruo sin cuerpo definido que se apropia de cada espacio convirtiendo la libertad en un sueño y la realidad en una pesadilla. Está aquí afuera pisoteando cada deseo, amarrando manos y pies, amordazando risas y gritos espontáneos y por lo tanto verdaderos, le explicaba a Plosh unos días atrás. Los dos viajando al centro de la ciudad, tumbados en el asiento trasero del autobús. Érase una vez un soldado que soñaba despierto, repetía ella como cada vez que lo escuchaba hablar así: formando nudos y nudos con las ideas enredándose en sus labios, las palabras tropezando unas con otras. Viajar es un sueño y soñar es un viaje, soldado. Entonces el Soldado XY recostaba su cabeza en la suave curva del hombro de Plosh y echaba a volar sus preguntas como si pendieran de una cometa, soltando la cuerda un poco, un poco más hasta llegar a la cima del olvido.
Sin embargo, las preguntas siempre regresaban, giraban y daban vueltas en el viento de la memoria, viajaban de retorno en el río de lágrimas de los recuerdos. Volvían, pero jamás intactas. Siempre algo en ellas había cambiado, se habían transformado en algo más grande: una pregunta gigantesca que se bifurcaba en otras como las largas y enredadas ramas de un gran árbol, bajo el cual el Soldado XY respiraba envuelto en la sombra perpetua de la duda. Las caminatas crepusculares que él emprendía eran cada vez más frecuentes y extensas. Sus pies ansiosos, convertidos en pasos, lo acercaban a la pregunta tanto como lo alejaban de la respuesta.

El Centro de Atención al Cliente se alza prominente al otro lado de la pista como un gran muro divisor que debería ser derrumbado. El Soldado XY se imagina corriendo hacia el muro y destrozándose el rostro contra él. La sangre coloreando la pared. Semáforo en verde de pronto y él con los dos pies inmóviles en la vereda. Otra vez el miedo arrastrándose como una serpiente desde las manos hasta el cuello, derramando veneno frío a su paso. Soldado-paralizado. Entre la pista y la esquina del Centro de Atención al Cliente la corta distancia se torna infinita y ardiente como un desierto. Antes que el verde se torne rojo en el semáforo el pie suicida da el primer paso hacia adelante sabiendo que ya no hay vuelta atrás: la pista es el camino y el Centro de Atención al Cliente es el inevitable final.

El recinto es amplio, paredes grises en diversas tonalidades y un orden extremo: cada cosa en su lugar. Varias filas de sillas dispuestas frente a monitores que indican códigos hechos de números y letras. Las personas parecen haberse acoplado al sistema de tal forma que cada nuevo código que aparece en la pantalla provoca siempre un movimiento inmediato en quienes esperan sentados. Se ponen de pie y se dirigen ansiosos a alguna ventanilla numerada correctamente.
El Soldado XY tiene las manos congeladas por el áspero ambiente de esta cueva gélida en la que él es un animal pequeño e indefenso, completamente perdido. Mientras estrangula el ticket código 071-B-078 entre sus dedos, no le cabe duda alguna de que se encuentra en las entrañas mismas del monstruo, en donde no hay refugio alguno. Mi único refugio es la puerta del almacén tibio de Plosh, tan parecido a la casa-matriz que habité antes de salir al mundo. Sólo basta recordarla, como ayer cuando me susurró al oído: Yo te amo con fervor revolucionario. Ella sólo sabe amar así: con el puño alzado y los brazos abiertos, con el pecho tibio suspirando entre gemidos, con las piernas doradas palpitantes entre las cuales yo avanzo desnudo como en un campo de maíz. Mientras ella me devora tranquila y muere una, dos o tres veces conmigo dentro, al mismo tiempo que me ve renacer una, dos o tres veces dentro de su cuerpo. Plosh es un sueño. Una chica que está loca y me acompaña siempre, sobre todo en mis paseos por la ciudad de fuego y le entra a todo y me mete de colado. ¡Que me quita el frío! ¡Que me quita el sueño! ¡Que me lo enseña todo! Como al alumno más aplicado y más desamparado de su clase para ser un cosmonauta.

Extraído de: Mi correo eléctronico (si quieren pueden mandar sus colaboraciones chéveres a pamchuwon@hotmail.com para que las publique)

("colaboraciones chéveres", ja)

La semiótica siempre estuvo ahí



Todas las serpientes están siempre mordiéndose la cola.
Sin ellas nada de esto jamás habría sido hecho.
Serpientes reptando sobre el árbol de la vida.
Cambiando de piel, siendo otras, mientras avanzan hacia la mordida letal.

Como hienas inagotables
Inextinguibles ¿en qué estás?
Indestructibles
Como soles inmutables
Inalcanzables
Inexpresivos
Como viajeros
Que miran por la ventana
Las cosas convirtiéndose en líneas rectas sinsentido.

Yo les dije que se amaran tal como yo los he amado. Que se amaran como se aman a sí mismos.
Y yo les dije que abandonen todo deseo y se mantengan quietos y en silencio.
Y yo les dije que sean buenos.
Y yo les dije que todos habitamos en una sola casa.
Los dedos de una mano conversan y se tiran a reír mientras mueren/aman (se olvidan de sí mismos y se preocupan de otro, totalmente desconocido), mientras viajan y cambian de piel.

No soy esto que vez, pero he venido a decirte que eres tú. Estás solo y haces que todo esto suceda. Estas solo como la yema dentro del oscuro cascarón, soñando todo esto. Encerrado en una fluximación rotoscópica. Y todo esto es real, pero no lo es. Y más allá del cascarón hay infinitos seres de colores brillantes que te mandan rayos eléctricos para controlarte, como te controlan los comerciales de la televisión. Esquizo, ¿dónde estás ahora? Y finalmente, ¿quién eres, hoy? ¿qué muerdes?

Si yo fuese Vallejo tendría esas mismas hematomas y luciría con igual orgullo por el mundo las laceraciones de mi pueblo. Pero vivo en un siglo en el que ya ni se sabe el dolor por dónde viene, en el que la desconsideración y la falta de formas ha dejado sin trabajo a los heraldos y ya todo está desfasado y herrumbroso, menos los aparatos electrónicos gringos y ponjas made in China. ¿Qué daría por que mi abuela estuviese viva y pudiese saborear toda una tarde su comida y un postre hasta caer dormido? Acá todos estamos solos aunque digamos lo contrario.

Extraña conmoción me produce tu amor que mientras más me embarga, menos lo siento, que ya no siento ni el mundo que me rodea ni mi propio cuerpo ni un punto, ni una línea ni un número ni a Platón. Con tus labios me inyectas una anestesia rara, sin antídoto, fría como si la hubieses tenido largos años guardada en el refrigerador. Bien y mal, ya no sé qué significan ese par de palabras. Creo que hablan de lo mismo, del destino, que para todo lo que no sea 1, siempre termina con la palabra muerte. Todo esto ya lo he soñado antes. Voy surfeando una ola llamada deja vu. Mis ocho mil rostros van cayendo uno tras otro como castillos laberintos de fichas de dominó y la esfera de espejos que cuelga del techo lanza la carcajada para que nunca dejen de caer los millones de máscaras. Unas de estas caras caen con un chillido desesperado a besar el suelo, son las que más risa dan.
Es una mariconada, pero sí, cuando quedé desnudo me sentí como una rosa hecha de una luz hermosa porque miré abajo y solo vi el camino de espinas y espadas que conduce a ti y al ver arriba no vi nada, solo el inconmensurable espacio infinito, lleno de azul. Y a tu alrededor las otras rosas mudas disfrutando de sus propias existencias. Entonces dices: conchesumadre ya llegué. Ya no hay nada más ni dolor ni nada, solo perfección y todo deseo como un sueño se teje por sí mismo en la parte interna de los pétalos tan juntos, tan unidos que parecen un solo ecran blanco. Respiras y vuelves a ver arriba el azul lento, hacia el cual aparentemente creces a través de eternidades y distintas rosas a las que los pétalos se les caen como lágrimas; y abajo nuevamente ese viejo camino de espinas y espadas que transitan los Budas antes de llegar a Buda.

Entonces recuerdas que tienes un cuerpo, que tiene una familia, con 24 años de vida y un sexo masculino que siempre está detrás de todas las mujeres sin rostro, que vive en el planeta tierra y que probablemente esté ahí tirado en el suelo a tu costado, rodeado de nuestros ángeles y otros seres de luz que a veces, creo yo que por lástima o por cariño o porque alguna leche mana de nuestras glándulas que les gustará como la miel, vienen a ayudarnos, protegernos, entretenernos, qué sé yo, hacen tantas cosas. Anestesiado por tu beso y tus lamidas, aterrizo y me vuelvo a meter hasta las yemas de los dedos y me incorporo con la cabeza mojada de sudor para tirarme encima tuyo y jugar a otra cosa. A que terminábamos con el mundo y sus neblinas y mandábamos todo a la mierda o que éramos enviados de galaxias muy lejanas a esta nave espacial para celebrar un pacto cósmico con nuestros cuerpos o salimos a comer algo y regresar a nuestras casas.

Extraído de: Es más o menos octubre

Siempre estuvo ahí al fondo, pero nadie lo escuchó



Tal vez lo único que me guste de estar vivo es sentir esa cosa que agoniza tiernamente en mi interior cada vez que renuncio al deseo de enceguecer y perderme en el mundo del autista irreconocible que podría ser si enterrara todos los futuros. ¿Será lo más dulce esa tristeza añeja, tan longeva que hace del tiempo un pozo, mi pozo: vertical, absurdo, común, tan profundo como la primera vez que nuestra madre se despidió de nosotros para siempre o como cuando se nos pierde el libro que buscábamos en varios sitios sin siquiera haberlo comenzado?

Porque yo no sé si la felicidad es el chirrido tristemente estridente de una guitarra eléctrica acoplada o la pintura de una pared blanqueada por la humedad tirada como planos cascarones rotos en el suelo o la hoja amarilla que entra por la ventana sin avisar, pero que lanza el estertor bajo el pie o las casas viejas, sucias y vacías en las que nos amamos sin habernos conocido, en las que nos besamos sin conocernos y en las que nos despedimos sin jamás haberlas habitado. Ni sé tampoco si es que ya me cansé de estar tan loco o de intentarlo sin resultado. Y es que saltar de meteorito en meteorito resulta a veces tan agotador y sentarse a rezar en espera de colisionar contra el sol tan cansado que la caminata en el desierto se vuelve una vez tras otra el refugio que el tiempo y su ejército de días no puede erosionar porque aquí ya todo está pulverizado.

Yo no sé, algunos pajarracos dicen que la felicidad es una espera, pero yo qué sé, desde que esto se hizo interminable la desesperación de los segundos en las filas me da risa. Cuando espero todo lo que hago es continuar, en donde sea. Aunque los gritos se me salgan y babee dándole mal al acorde, aunque nadie más comprenda que es imposible detenerlo, reacomodarlo, ponerlo bonito, corregir. Esto ya no se puede rehacer. Tu amor nunca más volverá a ser el mismo. Nunca antes habías probado de esta sal.

A veces abro los ojos y no sé quién soy, entonces vuelvo a abrir los ojos y ya no recuerdo que es lo que había estado soñando. El problema es cuando no vuelvo a abrir los ojos después de cada despertar hasta que ya ni sé en dónde estoy ni para qué y solo oigo como un rumor en un idioma extraño el único instante real y surfeo a través suyo tocando con el dedo medio la ola a mi costado recitando en todo su trayecto un poema en dos palabras: “gracias felicidad”.

A veces escucho radio felicidad, para sentir esa felicidad triste a la que me refería al principio, la que siempre alguien nos hace sentir cuando nos trata como a un juguete que se niega a regalar. Cuidado con los sótanos, las cajas de cartón llenas de cosas que se guardan sin saberse para cuándo. A todos nos gustan las vírgenes, todos luchamos contra la virginidad.

Solo a aquellos a los que les gusta cambiar de dirección constantemente van lento y con cuidado, para todos los demás casos sacar el pie del acelerador es una prohibición durante el vuelo.

Madrugada de primavera
Pájaros cantan
Las cortinas danzan

Extraído de: Es más o menos octubre

viernes, 5 de septiembre de 2008

Arte poética

Una mujer ha pasado gritando escoooooooobas por la calle y lo sigue haciendo. Se detuvo en una esquina. Desde aquí sentado en mi cama, con un libro entre las manos, pude verla secándose el sudor de la frente luego de quitarse el sombrero de paja que llevaba. Gordita, chata, morena y de más de cincuenta años, la estuve mirando. Silenciosa empuja su carretilla con escobas, trapeadores, recogedores y bateas mientras pienso que tengo que escribir algo si quiero ser un escritor y no limitarme a pasar o dejar pasar los días leyendo en mi cama, interrumpido solo por el hambre y el sueño. Hasta que la escuché y recordé que ya muchas veces antes había escuchado ese… ¿grito? ¿canto? ¿lamento? ¿publicidad?

Todavía la sigo escuchando, aunque las casas la mantengan oculta en la calle, de mí que solo puedo ver lo que me muestra la ventana de mi habitación mientras no puedo dejar de preguntarme ¿de qué puede escribir un corazón tan insensible como el mío?

Extraído de: Cómo me llega al pincho Henry Miller