Hola a todos:
Nuestra felicidad es impostergable. Observen bien los signos de los nuevos tiempos. Los santos ya han llegado. Aparecerán uno a uno o de dos en dos o de tres en tres o en grupos enormes. Únanse. Formen estrucuturas rizomáticas hasta que todos hayamos entrado en formación para dar el gran golpe. Ninguno de esos adultos idiotas y gente incapaz de observar en la oscuridad se imagina lo que está por suceder.
Tengan fuerza. Controlen los ritmos como si se tratara de una respiración cadenciosa: lucha y descanso, tensión y despreocupación, paranoia y amor, ataque y beso, guerra y paz, oscuridad y luz. Pronto este mundo de diferencias estúpidas se va a terminar.
Coman, duerman, tengan visiones.
Adiós, desde la vanguardia, los amo en los límites de la razón,
Miguel, el Neurotransmisor
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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1 comentario:
Los santos ya llegan. Y darán cuenta de que el secreto de la vida es tan paradógico que descubriran que no hay secreto. Yo también espero...
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