A José Watanabe
Estaba yo
lavando los platos con agua fría
y con la panza repleta
mirando el mundial
después del almuerzo,
cuando mi padre se me acercó
y me dijo:
Hace unos días
he comprado unos pantalones
para hacer deporte.
y hoy en el gimnasio
me he dado cuenta
que me quedan chicos,
que
el calzoncillo interior
me quedaba muy apretado.
Tú crees que
si lo lavo
me lo querrán aceptar
en la tienda.
¿Qué para cambiarlo,
dices?
Claro.
No sé. Ya va a empezar el segundo tiempo.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
lunes, 24 de julio de 2006
El calzoncillo interior
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