Gracias por ser tan oscura e invisible, que no pueda saber ni siquiera si existes. Gracias por darme la posibilidad de creer en ti simplemente porque quiero, por darme la posibilidad de inventarte. Gracias por darme la posibilidad de amar a aquello que no hizo nada por ganarse mi amor. Gracias.
Gracias por ser el Estado invisible. Que si algún día apareces frente a mí te escupiré y trataré de hacerme libre. No te creeré, vacuidad. Vacío amor. Universo que estás ahí, pero no sé dónde, ni sé con claridad qué eres. Te amo, te amo, te amo. Te amo doce, trece veces doce.
Este instante no existe, pero lo es todo. Este instante es cualquier instante.
Este cuerpo no existe, pero lo es todo. Este cuerpo es cualquier cuerpo.
Esta voz no existe, pero lo es todo. Esta voz es cualquier voz.
Ya no existo. Ya soy todo. Ya soy cualquier yo, cualquiera que pueda decir: yo…
Cuando te amo es cuando brillo y me hago invisible y vuelo y me voy. Cuando te amo es cuando el aire se me mete en todo el cuerpo, en cada célula, en cada átomo y me llena de un extraño goce. Cuando te amo es cuando mis ojos se hinchan y se cierran solos con una sonrisa a la que ya no le importa su destino, sino solo estar ahí sonriendo sin saberlo. Cuando te amo es cuando cruzo todas las puertas sin miedo, porque de alguna forma voy de tu mano o en tu mano o con tu mano y todo es hermoso, incluso el infierno y el dolor. Cuando te amo es cuando tu mano es mi sonrisa y somos eternos como los atardeceres o los amaneceres o los anocheceres o los albores e inmensos como los mares o los desiertos o las montañas o los cielos. Cuando te amo es cuando estoy en la vanguardia y me siento como un hada, un duende una sonrisa que se está desapareciendo en el aire y tengo litros de adrenalina bajo control en las venas.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
lunes, 17 de julio de 2006
Plegaria a mi Estado
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