Poema para ser grafiteado en la zona de la universidad donde se chupa y lanza todo el día. Este poema es en honor a tan sabio espacio, a tan prolífica tierra de nadie y de todos, donde se suceden todas las pudriciones una tras otra, como si fuese una estación espacial intergaláctika, un lugar de paso donde drogarse con algo o tener relaciones sexuales a la luz de las estrellas. O causa acá la gente no tiene billete pal telo, pe primo.
Buena onda para todos
Les deseo el mejor de los instantes
Pero no aflojen el músculo
No dejen que sus sueños caigan en la oscuridad.
Buena onda para todos
Salgan, siembren el caos donde quiera que vayan,
derrumben edificios con sus pensamientos.
Siéntanse naciones o estrellas
y que su actuar sea como el de los autistas
que habitan la oscura soledad.
Quemen, quémense paracaidistas sin trueno
sean como el rayo que lo quema todo a su
paso, no vuelve a caer en el mismo lugar
y no espera a que lo escuchen.
Buena onda para todos.
En morir no hay nada malo.
Lo malo está en quedarse muerto.
Ustedes son los Santos Oscuros, los desconocidos
y extraños que abren puertas a infinitos
universos de goce extremo.
¡Salud, con todos ustedes!
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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