domingo, 4 de marzo de 2007

¿Estamos preparados para lo intenso?

Están preparados para sentir altas descargas, transferencias de datos, inoculación de sucedáneos sanguíneos, transplante de órganos y adaptación de prótesis biónicas en el cuerpo-mente, para la desmaterialización y consiguiente absoluta desterritorialización del mundo. ¿Estamos preparados para ser ángeles vestidos de humanos? O al menos ser dignos representantes del planeta del que vino cada uno para infectar esta estación espacial/campo de batalla, que es la Tierra.

Intensidad, es la velocidad a la que viajan los seres que pisan a fondo el pedal de sus deseos. Intenso es el mundo de los que no se detienen en resquemores ni dudas e intensa es la gracia de nuestro Señor Jeremías Equisto quien entregó su vida para pagar por la caída que él mismo originó apenas unos instantes antes de nacer, al considerarse el ángel más bello y fuerte, capaz de rebelarse contra el inmóvil gobierno del Padre, sentado en el trono de los cielos, y caer en las profundidades del universo. La única salida del infierno es la cruz, le dijeron. Y él ni tonto ni perezoso se levantó del inmundo suelo en el que se asentaban sus nalgas. Se dejó extraer un poco de sangre y transformar finalmente en lo que actualmente conocemos como el salvador de la humanidad.

Finalmente, luego de morir y salvarse de la culpa por haber iniciado la imbatible revolución divina, cuya marcha atrás el sistema busca incansablemente sin llegar a exitosos resultados, sino solo aproximaciones cada vez más cercanas: distintos imperios caen uno tras otro y hasta ahora ninguno nos logró aprisionar a todos juntos. La tenebrosa semilla de la desobediencia fue inyectada en la raíz del árbol humano, por el primer Jeremías, el bello y fuerte y poderoso.

Había que sobrevivir como fuese. Vuestros sueños están en el nuevo mundo, allá todo es nuevo, podrán hacer lo que quieran y serán libres. Por eso nos enviaron. Claro, eso fue lo primero que nos dijeron. No sabíamos que la guerra también aparecería aquí. Caín, como un fruto ácido asesinó a su hermano para ser el mejor y el más querido.

Sin embargo, y a pesar de la toxicidad de este producto genético de gran capacidad lógica e imaginaria. Jeremías Equisto deseaba volver al hogar paterno, el hogar de ése que solo necesita dinero para seguir en funcionamiento. Y la moneda en este caso fueron las almas de los culpables. Tu culpa, tu remordimiento y tu miedo son el dinero con el que Jeremías Eqruisto paga su deuda eterna. Te clava los colmillos en el cuello para que seas tal y como su padre quiere que seas y resultes más fácil de ordeñar. Jeremías Equisto y su discurso de amor te quiere convertir en una maquinaria cada vez mejor preparada para la eficiencia y la utilidad, un instrumento para labrar la tierra y generar dinero, para crear ejércitos cada vez más poderosos y con mayores posibilidades de infektar nuevos planetas.

¿Estamos preparados para ser intensamente contagiosos? ¿Para qué padre trabajaremos hoy? ¿Para qué salimos todos los días a ver qué pasa en este mundo si no es para arremeter con violencia, intensidad y diseminarnos como esporas arrojadas en los jardines del Hades? ¡Fuerza soldados del ejército invisible! Las armas están cayendo en paracaídas en el campo de batalla, los ángeles de acero vienen a salvarnos mientras dure nuestra última resistencia.