lunes, 3 de diciembre de 2007

Feliz 25 de diciembre

Capítulo 1

Abre los ojos apenas despierta. No ve nada, todo sigue oscuro. El wevón de Eraserhead… cómo se llama… bueno la cosa es que le duele la cabeza. Cierra los ojos y siente que se va a otro de sus tiempos, imagina que a uno que aún no le ha llegado, aunque también podría ser uno que ha olvidado mientras dormía.

Despierta con náuseas. No sabe si salir de la cama o seguir durmiendo. Un sentimiento de derrota lo ronda cuando finalmente se decide a tener el primer pensamiento del día: “haga lo que haga, voy a volver aquí”. Así que se despereza y no vuelve a recordar ninguna otra película, ni emergen a su conciencia escenas encontradas en libros para poder darle un sentido a lo que hace. ¿Qué haces?, se pregunta. No se responde, pero en el fondo desearía imprecarle a su mente un cállate rotundo y definitivo. Llega al baño, por costumbre más que por necesidad, y orina mirándose de costado en el espejo. Sigue igual, esperaba haber cambiado, no sé, ser una mujer, un perro, un tío gordo y trasnochado de 60 años.

Aparece una nariz inmensa y curva frente a dos ojos enanos que no quieren mirar lo que están viendo, sombreados con ojeras que le recuerdan, que así tuviese que ir a trabajar, debería volver a la cama hasta hacerlas desaparecer. Cree que es domingo, no se escuchan ruidos.

Podría pasarse toda la mañana leyendo o viendo animes o haciendo ejercicios con una pesa de 10 kilos que hay debajo de su cama o escribiendo, o todo al mismo tiempo como suele hacer; pero sale al patio a recoger de los cordeles su toalla. Nuevamente en el baño, prende la radio, se moja la cara, se echa la espuma y se rasura. Hoy será otro día más echado al fuego del olvido.

Mientras, allá afuera, todos esos cuerpos sobreviven afanándose por cosas comunes, como comprar un auto, viajar a los Estados Unidos o probar nuevas drogas. Acá él sigue enjabonándose el cuerpo sin pensar en otra cosa que no sea el jabón y la piel que frota sin placer. Se seca y por un momento piensa que podría ser un genio, pero la idea se le vuelve a ir de la cabeza. ¿Un genio?... un bueno para nada, suspira. ¿Será cierto que ya estoy muerto?

–Si quieres ser escritor, lo único que tienes que hacer es escribir.
–Sí, pero ¿qué escribir?
–No sé, lo que quieras, lo que se te ocurra.

Escribiría sobre lo que quiero, pero no quiero nada. Me siento cansado de estar queriendo cosas como todo el mundo. Preferiría una historia sobre un tipo que se levanta una mañana y no hace nada hasta que le llega la hora de dormir de nuevo. Y no sé si se olvida de lo que soñó al despertar o si no sueña, pero que anda por ahí sin pretensiones, como deslizándose en un tobogán aceitado.

Sobre todo lo demás, no tengo nada qué decir.


Capítulo 2

Incluso mientras me limpio el culo me sorprende el vacío. Y el poco control que tengo sobre el universo y sobre las cosas del universo. Quiero dormir, pero también quiero tocar guitarra y quiero leer un libro. Ya habrá tiempo para todo. Lo único que puedo controlar es mi respiración y así todas las emociones que me distraen.
Me termino de limpiar el culo. ¡Qué felicidad!
Vuelvo a mi cuarto, toco guitarra, leo el libro, duermo. Sigue siendo hoy. No hago nada. Las cosas se hacen solas y observarlo me causa placer. El teléfono suena, no lo contesto.
Esto es lo que quiero hacer hoy.
Esto es todo lo que quiero ser hoy:
nada.

Todo lo que quiero ya lo tengo.
Todo lo demás, viene y va porque ya tengo todo lo que es en realidad importante.

El entrenamiento con pensamiento ilimitado le permite hacer lo que siempre consideró imposible hacer con su mente y cuerpo.

Despertar una mañana a correr descalzo sobre la arena fría.
Luego, nadar entre delfines amables hasta la tarde.
Finalmente, leer El neuromante hasta el anochecer
y cocinar sobre una fogata unos peces.
Dormir.

Keep it simple, stupid.

Un beso.

Capítulo 3

No entiendo. Despierto y voy a la compu y todo lo que quiera saber aparece en una ventana de internet. Si es sobre un autor pongo su apellido y si éste es muy común pongo también su nombre y de inmediato aparecen su biografía, sus libros, dónde estudió, dónde vivió, qué más hizo además de escribir. Ojalá salieran también sus obras y seguro en menos de 100 años será así.

A este Internet cada día le siguen creciendo más palabras y páginas como ramas y hojas a un árbol. Y puedo tardar un día entero leyendo acerca de ese tipo, que puede haber muerto hace cientos de años o puede estar tomando un café en un Starbucks en cualquier lugar del mundo como cualquier otro muerto.

Una hoja seca se desprende del árbol. Cae soplada por el viento, como bailando un vals hasta llegar al suelo.

Hablo por el msn con mis amigos que siempre están ocupados en otras cosas y que solo ven videos en el youtube o bajan música. Pero qué flojera leer un libro en la pantalla, dicen, cuando en realidad les da flojera leer sea en la pantalla o en hojas de papel.

Cuando estoy conectado, el tiempo puede transcurrir por horas o por días dependiendo de qué tan afanado me sienta, hasta que una sensación física me interrumpe, usualmente hambre o sueño. En el correo los lunes aguarda la programación cultural para la semana. Cada día hay 3 o 4 sitios en los que se puede perder el tiempo con algo interesante: películas en cine clubes, obras de teatro, conferencias, conciertos, exposiciones de fotografía, video arte, escultura, pinturas. Es divertido asistir a esos espectáculos habiendo llamado a alguien o quedado por el msn con quien encontrarme ahí. En el camino las calles están plagadas de rostros encubriendo historias, enormes pantallas de publicidad y graffiti en las paredes. Discursos lastimosos de gente que sube a la combi a vender golosinas o que se paran al frente de un salón de alumnos universitarios para dictar una clase. Y ya nada de eso me llama la atención.

Capítulo 4

Abro la refrigeradora, saco la mermelada y la leche.

Capítulo 5

Ella está parada frente a mí. Dejo caer la guitarra al suelo. Acelero todo lo que puedo, me duelen las piernas. Salto de la bicicleta y caigo al suelo al frente suyo. Apago la tele. Miro unos labios pintados con azul en la pared. Salgo a la calle. Ella ya no está. Estoy ebrio. Camino y un tío me pide que le invite agua. Se la doy y no me la quiere devolver. Saco el spray y pinto una pared. Las calles están llenas de cámaras y tipos en terno yendo o viniendo de su casa al trabajo o etcétera.

Asesinaron a varios en la carretera. Qué se puede esperar de un lunes. ¿Quién los mató? El mismo que está asesinando a la literatura y a todos nosotros de a pocos, el que nos pone la droga. El que trae a las argentinas a mostrar las tetas. El que escoge lo que debe sonar en las radios. El que les cambia el nombre a las películas de hollywood, que todo el mundo ve. Me odio.

Capítulo 6

Fui a un taller de microrrelato y el escritor que lo dictaba era un español que ha escrito muchos libros, pero del que nunca había oído. Me gustó la idea de que un taller es un sitio al que se viene a escribir. Sí, eso es lo que necesito, sentarme a escribir algo de una buena vez. Lo primero que hizo fue darle a cada uno, éramos más o menos veinte los asistentes al taller, un tema sobre el cual escribir 200 páginas. A alguien le toco escribir sobre la escena de una película, a otro sobre una canción, a otro sobre un cuerpo amado sin usar verbos, a otro sobre los últimos segundos de vida de alguien que ha sufrido un accidente de autos, a otro una composición de escritura automática. A mí me toco escribir sobre las sensaciones de alguien que está cayéndose desde una altura considerable. Esto fue lo que escribí:

Aterrizaje sin suelo o del sentimiento trágico de una caída

Debajo tengo un agujero muerto. Ya me acostumbré a estar deshabituado, a gritar sin motivos y a reír del miedo ajeno. Ayer mientras leía a Ionesco me di cuenta que estoy cayendo desde el vacío. Mañana Godot volverá calvo, montado en la cola del Ouróboro. Ya no fumo, solo obedezco órdenes y eso tengo que hacer. Un español gordito me ha dicho que caigo, y caigo, pero ya estaba cayendo. Desde antes de despertar, no recuerdo si hubo un salto o no. En todo caso, estoy siendo tragado. ¿Las serpientes sufren indigestión?
Yo creo que esto lo podemos escribir en 10, 15 minutos. ¿Qué más da? ¿Hay tiempo? No, no hay suelo. Algunos llevan casco, otros rezan por tener alas. Yo sigo cayendo porque sé que el mañana no existe. Es divertido, tenía ganas de escribir y oh sorpresa: tengo brazo izquierdo, dedos, un lapicero y una hoja en blanco. Sigo temblando, pero es el viento frío que entra por la ventana negra que tengo abajo. Si pudiese decir qué significa el vacío con 200 palabras tal vez llamaría la atención de Altazor, pero para qué si estamos cayendo en direcciones distintas.
Todos le temen al suelo que no aparece nunca. No sé porqué. Ya he pasado tantas veces por este mismo sitio que no me sorprende que siga cayendo y, conmigo, todo a mi alrededor. Cada gesto, cada rostro, cada cuerpo, cada grupo es tan efímero. Hoy las partículas están juntas, mañana se deshacen como un meteorito penetrando una atmósfera. Lo importante es el planeta, pero más importante que el planeta es el agujero negro que nos está tragando a todos desde siempre.

Existo y no soy muerte.
Nada que temer.
Los perros ladran, Sancho.

Final para los amantes de los desenlaces: un día de agosto de 1984 un cuerpo cayó contra la tierra y murió.

Capítulo 7

Tal vez haya sido una coincidencia, pero mientras leía en voz alta lo que había escrito, una fría corriente de aire que venía de la ventana, que de vez en cuando golpeaba la espalda de Gonzalo Málaga, me hacía temblar.
Luego ya se dijo que habían buenos escritores en la sala. Yo no creo que existan buenos escritores. Solo hay espíritus a los que nada los puede parar en su viaje a la solitaria autodestruxión. Esta ciudad es un cementerio enorme, lleno de flores y animales silvestres.

2 comentarios:

Luli Jones dijo...

ke bonito *_____*

A lo largo de todo el espectro cibernético..... dijo...

En tu caída al vacío me ví reflejada,sabes?...hay pensamientos que ya otros han escrito, sueños como los que tú has plasmado,que en un tiempo fueron pesadillas de niñez..una caída al vacío, tal vez una premonición de a lo que realmente estamos destinados...no dejamos de caer,en verdad...alguno hacia cualquier lado...