domingo, 23 de octubre de 2005

Te amo, pero he escogido la oscuridad, gran banda new post punk

He pasado 6 trippy months viéndote al menos cada semana, tratando fuerte de hacerlo cada día. Como un limón invisible, me siento verde, ácido, amarillo, verano, limonada, dulce, frozen, detalle alegre que se deshace entre los dientes como el caramelo que no muerdes, y se hace imperceptible como el almuerzo estresado en la mesa de secretarias simpatía y colegas burócratas, imprescindible aunque muy fácil de sustituir. Paranoia, la alucinación de que me están viendo ser un idiota con los huevos revueltos y con el sueño aterrador de no despertar nunca. La gente es muy mala; y yo, una flor en medio de un terrible campo de batalla. Humareda otoñal, bosques cruzados con resplandores de bayonetas. Tu sonrisa es el agua del cielo en medio de toda esta matanza y toda esta sangre y el silencio roto por teléfonos mugrosos que suenan como metralla y voces que parecen impartir los decretos fatales de soldados de plomo cayendo uno tras otro sin entender, sin replicar, como máquinas sin derecho a responder-resistir. Eres la lluvia por la que vivo y seguiría viviendo en este sitio horrendo, mi esperanza, eres una de las tantas sonrisas de mi madre.

Tu rostro es un oasis. Cada día más estúpido. Tu rostro me vuelve idiota. Tu rostro me vuelve idiota, muy idiota y débil. Verte me da ganas de desaparecer y ser invisible. "No me veas, porque soy horrible y no te merezco". Demasiado romántico, pensé que eras un ángel real, de verdad, no es una mentira, no es una ficción, es lo real, es lo verdadero, pensé que eras un ángel y cuando te veía pensaba que mi alma se salvaba y que no habían más motivos de preocupación y angustia. Que el tiempo ya no importaba, es cierto, yo te amaba. Un hermoso signo de algo nuevo, un signo del futuro; aterradora como una guerra mundial y millones de muertes en un detonar. Mi abuela ha muerto y ya no trabajo en una transnacional. En estos meses y en los que vienen desearía no hacerlo en ningún lugar. Nadie me entiende. Me siento cada día más sucio, como si una capa enorme de inframundana rareza me cubriese por completo impidiendo con un avezado aire de trapío y casta que las personas me vean. Creo que es solo que no tienen estos ojos para ver más. Les falta la habilidad increíble para ver en la oscuridad que tengo. Les faltan estos ojos para no ver.

“Eres la chica más linda del mundo. Y no voy a hacer nada porque soy un cuerpo muerto que ha perdido las ganas y desea morir pronto. Soy un inútil y me odio y desearía estar muerto y nunca más volver a vivir. Porque lo he echado todo a perder y porque, a decir verdad, nunca tuve la oportunidad de ganar. Desde que llegué no he dejado de perder. Me parece injusto e injusto. Porque aunque me queje nada va a cambiar.” Pequeño B., miraba sus zapatos y nada lo detenía, era un milagro que los autos no lo atropellaran. Pequeño B. tiene una musa, es decir alguien en quien pensar cuando no tiene nada en qué pensar y que se cuela en esos instantes en los que se concentra para hacer las idioteces que tiene que hacer. Pero tiene miedo, porque ella es muuuuuy hermosa y él es solo un Pequeño B. Así que cuando la ve, solo siente una enorme sensación de impotencia e idiotez. Fuera de eso es un feliz Pequeño B., como lo es ella también, como lo son todos los que están a su alrededor, contestando teléfonos, abriendo y cerrando expedientes, yendo y viniendo del estacionamiento con zapatos de taco y ropa de vestir sin arrugas. Pero yo voy a salvarlo de esa devastación B.

Todos estos enmascarados van de trinchera en trinchera, avanzando unos pocos metros cada vez, para evitar el gas asesino. Y no me ven, es decir, me ven, pero no pueden ver lo bello, solo lo que les han ordenado-enseñado. Ven órdenes, pedidos, cárdex, formularios y obediencia animal, doblegación irracional al mandato de la billetera abierta, rebalsando nata como olla de leche hirviendo. Soy solo parte del enmarañado fondo espectral de batalla, me gustaría tener voz para decirles que han perdido pero no me ven. Sólo están preocupados por sus vidas y nada más. Entienden todo demasiado bien, como para entender a la perfección, a cabalidad. Viven en mundos de posibilidades limitadas y perspectivas inmóviles y muertas, son soldados rentados por mi padre para su divertimento y el de nosotros, sus hijos favoritos: los observadores silenciosos.

Te amo, pero nunca voy a salir de este silencio oscuro y vacío en el que estoy. Aunque todas las noches sueñe con esas luces que echarían tus ojos sobre los míos si con palabras cruzáramos esa angosta línea que nos tiene divididos para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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El amor inmortaliza, amigo.