El cerebro humano no está controlado por los accionistas, ni por los fondos de inversión ni de nadie: George Soros puede desestabilizar las monedas y los mercados, pero no posee el control de vuestros cerebros. Los gobiernos pueden emitir tanta propaganda como quieran, pero vuestro cerebro es vuestro. Está controlado, para bien y para mal, por el individuo.15
Este tipo de exaltaciones eufóricas de la libertad individual son cada vez más frecuentes en la publicística de la new economy. Contienen un núcleo de verdad, mezclado con una buena dosis de hipocresía. Aunque sea cierto que mi cerebro es de mi propiedad, el funcionamiento social de la mente no depende de su propietario sino del contexto en el que se forma la mente, de los flujos mediáticos, de los impulsos estéticos, de las exigencias que la infosfera impone de muchas maneras. Es falsa la idea de que la mente es individual.
Cuanto más tupida sea la red de interacciones comunicativas y tecnológicas entre las diversas mentes y las diversas máquinas de elaboración mental, más tiende la mente individual a ser simple articulación de la mente global.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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