o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
martes, 15 de enero de 2008
Entonces, el jueves
Escribo en el bloc de notas,
como quien tira una moneda en una pileta.
Mientras escucho un grupo al azar en el myspace.
Leyendo una frase suelta en cualquier blog.
Voy al baño,
a comer.
Leo un libro.
No sé para qué.
Destapo los plumones, hago líneas.
Hablo con la chica que está atrás mío en la cola
del supermercado. Eso sí puede ser interesante.
Estaba tirando la botella de yogurt, haciéndola dar vueltas en el aire
y cuando me quité la capucha la vi mirándome y le dije hola, hay que agitar antes de abrir.
Abrí, pero creo que esperaba algo menos yo.
A veces cuando voy a la cocina por una vaso con agua, pienso que estoy
en una casa de madera con ranuras por las que entra el viento frío,
al lado de la carretera, donde de rato en rato debería quejarme por el ruido de
los carros que huyen de la policía. Y de los graznidos de las grandes aves negras
que se paran en los cables que atraviesan el desierto.
No sé por qué, pero se lo quiero contar a esa chica que me silbó cuando pasaba por el parque.
Y decirle que nomás no me detuve porque había llegado de la playa, y quería llegar con el pan
a la casa, estacionar la cleta y meterme a bañar para luego dormir. Sí, te salvaste de conocerme.
Pero la próxima vez este skinhead va a saltar encima tuyo, para hacer el viejo ataque de mordedura de cuello voladora.
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3 comentarios:
Estos versos están bien pajas porque no son los típicos versos que uno encuentra en los libros de poesía, aunque yo de poesía no se nada, pero el hecho es que me gusta que sea algo tan cotidiano
Me gusta que te guste. Me gusta todo.
El muy clásico saltito del tigre con patadita al foco, galán.
¿Te gusta todo?
Suaaave, jajaja.
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