Es más fácil pensar que no puedes
lo imposible, a que sí.
Es más fácil imaginar cosas malas,
que las buenas.
Es más fácil tener miedo, que amar.
Es más fácil renunciar, que seguir intentándolo.
Es más fácil ser un espectador, que un actor.
Es más fácil burlarse, que ayudar.
Es más fácil dar un golpe de gracia, que curar.
Es más fácil ser ignorado, que hacer llorar o reír.
Es más fácil estar sentada aquí escribiendo,
que ir a la playa a vender pareos, cuando el mundo entero se está yendo al infierno.
Extraído de: Pirateen esto, hijos de perras
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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