Esta ha sido definitivamente la década de This is that.
Ya te has puesto a pensar lo que va a pasar cuando todos se den cuenta
que somos la misma persona vagabundeando en un espacio-tiempo
que da vueltas y se cruza y se mezcla y se hace el amor de mil formas distintas.
Sabes bien que lo que tengo en el fondo del cerebro,
lo pusiste tú, sin que me diera cuenta. Lo escondiste en la tele.
En todas las canciones que se hicieron el siglo pasado.
Lo guardaste en una vasta tradición literaria, que como una hormiga recorro diariamente.
Lo escondiste en los códigos genéticos de las bestias que vi a mi alrededor y de las que aprendí.
Y ahora que te veo a los ojos ya no quiero escupirte. Sabes bien que eso que tengo en el fondo del cerebro,
lo pusiste ahí porque querías verme dándotelo, tal como me lo diste a mí.
Eso es lo que soy, solo un hombre con una guitarra.
Nunca aprendí a tocar, pero igual toco.
Tal vez no con todas las cuerdas.
Tal vez nadie me escuche, pero en algún lado,
sé muy bien que hay un espejo.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
1 comentario:
Tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño, urgente como el azul del cielo.
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