lunes, 30 de octubre de 2006

Las drogas

Las drogas son lo que nos gusta, pero que nos ponen peores y más oscuros, lo que nos aleja de las luces de la ciudad y su forma tan común de razonar. Las drogas nos ponen necios y más como es uno mismo por naturaleza: así de imperfecto. Las drogas nos consumen, aceleran nuestro andar hacia el infierno, ese futuro ignoto. Precipitan nuestras existencias hacia su único y fatal destino.

Mientras uno está drogado es tan veloz que logra evadirse del tiempo y habitar la eternidad. Las drogas nos permiten asomarnos por una ventana para contemplar la vida de los dioses e incluso conversar con ellos en esas moradas inexistentes en las que gozamos por el solo hecho de existir.

Todos los hombres viven con la esperanza de llegar a algún día estar drogados y tener una (aunque sea solo una vez en la vida) experiencia plena. Pero la mayoría de hombres son tan cobardes y angurrientos que quieren ser ellos mismos su propia y egoísta droga; ellos o el dinero o Dios o alguna de esas manifestaciones metafísicas de la imaginación humana en alguna de sus variantes culturales en vías de ocultación (diría de desaparición, pero las ideas no desaparecen, solo son olvidadas, solo se ocultan para reaparecer después de décadas o cientos o miles o millones de años).

Mis drogas son el arte, pasajes alternos hacia otros mundos de experiencias traducidas, huellas de la sensación pura, signos de lo que está por volver y que en efecto vuelve siempre (y no como las tentadoras golosinas metafísicas que siempre están siendo prometidas por aprovechadores de idiotas, pero que finalmente no existen); las personas oscuras e indescifrables, como tú que mientras lees no entiendes nada o tú que entiendes otras cosas y no las que quiero decir o tú la que eres todas y ninguna al mismo tiempo y luego vas a regresar, pero tal vez no porque no te conozco ni tú a mí y siempre fuiste una publicidad del infierno, pero nunca el producto en sí; el mundo en su inagotable imperfección, el placer de la escritura.

Uno puede vivir sin drogas, pero una vida sin secretas adicciones no vale la pena ser llamada vida. Una vida sin personales necesidades es una eterna y aburrida pérdida de tiempo en la devoción al vacío. En este mundo está todo lo que necesitas para mantenerte en la felicidad interminable.

Tú y yo somos el universo consumiéndose como una estrella en el vacío. Somos un pulmón ardiendo en llamas, somos neuronas electrificadas al entrelazarse, somos el fin del tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

deberias fumar un poco..quiza sus textos sean mas interesantes