La verdad es
que no me importa
que nos vean.
No me importa
que las luces
se prendan.
Mi miedo es
a que cuando
eso
suceda
, tú o yo,
alguno de ambos,
ya no esté ahí.
Ella me dijo que soy
el elegido.
Todos los demás
que no pueden entender nada de esto,
los dioses
que se divierten escuchándome hablarte,
los que saben lo que nos está pasando
y nos ven en sus televisores,
Ninguno de ellos
me importa
NO ME IMPORTAN NADA –les grito a las cámaras, borracho, de noche, haciendo puños.
Solo quiero que tú
que habitas las estrellas
que con tus ojos puedes derribar imperios
que con tu piel puedes abrazar a la humanidad
y tenerla en calma con dulzura
que con tu magia conviertes el plomo en oro
me entiendas.
Si no lo haces nada de esto soy.
Te amo.
Vámonos al cielo,
estoy esperando a que me recojas
(como a Dante,
el de la Divina Comedia,
cuando lo condujiste por el paraíso
sin merecerlo).
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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