Había caos, pero entré al recinto
recién creado del instante.
En el seno de la oscura
cámara dorada
me dije,
sudando arrepentimiento:
“Lo he arruinado, lo sé
dame una oportunidad.”
La catedral se fue cerrando
sobre mí, como una bolsa
alrededor de la cabeza
en el río del viajero
hasta que volví a ver su belleza,
esperando que haga
que sea
algo nuevo,
a que traspase una nueva dimensión,
como el punto que se convierte en línea
o la pose que escapa al fotograma
o el viajero en el tiempo.
o por lo menos como
la esperma que hace explotar al huevo
y la oruga que se convierte
en aleteador de las flores.
Este es el momento
para ser libre
y ser yo mismo,
nuevamente.
Tengo que seguirte,
endemoniada ave roja,
que te mueves detrás
de la cortina de lo real,
que bailas invisible a mi alrededor,
para despertarme,
rogándome o tentándome
a que haga lo que he venido a hacer.
Un ave que vuela por encima mío canta:
has lo que quieras, has lo que te dé la gana, has lo que quieras, has lo que te venga en gana, no importa.
Quiero que sientas lo que siento, el circuito eléctrico contraluz del humo retorciéndose echando chispas negro en el suelo, cuerpo desplomado. Que dejes de leer y me digas que tú también lo sientes al oído inconsciente que espera tu voz. Que lo sentimos y que no estoy solo en esta sensación de gocespasmo, la hermosa sensación que recorre a la anguila y la hace dragón. Como si no tuviese nada qué hacer mañana, sino que todo lo pudiese hacer en este instante, mientras el recuerdo que tengo de ti está todavía fresco y natural y mi mente todavía no lo ha distorsionado pintándolo de nostalgia. Mientras tú todavía estás aquí, leyéndome con mi mano cruzada a la tuya. Esto es lo real. Pieles que se tocan, dedos que se enlazan, el sueño que es vivido por más de una persona. Todas estas palabras no significan nada, son nubes sobre las que no posas tus pies alados. Toca mi mano, con sus cicatrices e imperfecciones, con todas esas marcas que ha dejado el tiempo y nuestra historia y que las palabras no pueden decir.
Sueño y cada imagen me llega en espirales a través de múltiples capas, todas desde tu pequeña e inconmesurable lejanía, disparas tú las flechas de Apolo irradiadas desde el centro de infinitos círculos concéntricos, que me llegan como olas de un mar que lo ha inundado ya todo desde siempre. Cada uno de tus movimientos llega a mí rebotando en cada, presencia, objeto o palabra, tomando una forma nueva, después de haberse enmascarado en la semilla y la célula reproducida y mutada. Desde tan lejos llegas hasta aquí después de haber formado parte de incontables organismos cada uno de peculiar, propia y bella inocencia.
Haces que quiera seguir despierto,
soñando despierto,
despierto soñando
que despierto al lado tuyo;
pero de nuevo te vas
y caigo
en medio de
todos estos asesinos
e intereses a mano armada
y guerras anunciadas por gerentes de marketing
al frente de batallones de publicistas
en medio de la desesperación blanca
como la que detuvo a Arjuna un instante
en la que busco tus huellas,
como si fuesen las palabras de Krsna,
las arrugas dejadas en las sábanas,
un pelo,
la ropa,
la piel,
el vehículo tirado en el suelo,
el olor de tus latidos,
el sonido de tu piel
de terciopelo del ciego.
Dolor de lo real, te llevas todo mi oscuro sueño tibio, como el doctor que me arranca la placenta, como la madre que se va y me desampara en el frío ruido violento.
Gracias por buscarme
y despertarme.
Te sigo, aunque estemos ciegos
los dos.
Eres mis ojos.
Si tengo una sonrisa
es porque en algún lugar existes
llevándome de la mano
fantasmal.
Ardo,
no soporto más
tu intensidad de láser en retina
rojo demasiado, planeta entero en llamas
carbón
pedazo de piedra
arrojada al sol
en pleno sentimiento simio
de finales de la última era glacial.
Te amo
las palabras
no me sirven para nada
si no entiendes que
te amo
te amo
te amo desde la aurora de los días
que son el mismo día
y lo podría repetir todo lo que dure esta noche
Te busco entre los guijarros
de un monumental pasado iterativo
dibujado por el sol y refractado en sus planetas
y en las olas del mar que no se cansan de bailar.
Echándome tus rayos encantadores
en el ojo ajeno al tiempo.
Olvidando mientras dure.
Sin darnos cuenta
mira hasta dónde y cómo hemos caído
Aferrándonos a la arena,
como
al cascarón
a la placenta
al algodón de azúcar envuelto
en polietileno de baja densidad
como burbuja hecha con un hilo
remojado en detergente.
Gracias a ti
cada día me siento
más cerca al jardín
de los santos, los niños y los locos,
que hacen sus sueños realidad,
en el seno de una piedra perfectamente redonda
como tirándolos afuera
o como pateando una piedra.
Mientras brilles roja
nunca voy a despertar.
Bajo tu luz atmosférica
buscaré
buceando a través de los rescoldos
ahuyentando con un soplo
las cenizas de la brasa
permanente que te late
aún dormida
y se evapora por tus ojos
para llegar a los míos
y condensarse
en despejado crepúsculo
en sueño de estío
en chicha morada.
Por ti me enfrentaría a todos los dragones
que empantanan las salidas
del sistema de voces que repiten la condena
y jamás,
como el ala de la mosca inmortal,
me detendría.
Estaría en una fuga eterna de tu mano
de Midas,
de tu mirada
de Medusa.
De tu corazón
que es la jaula del ave roja
que miro todas las mañanas
para recordarte.
Cuando estás a mi lado nada es imposible
y puedo hacer milagros.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
sábado, 21 de octubre de 2006
Nuevamente ahí, en la felicidad interminable, donde sumerges mi cabeza
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