Te deseo
como una lengua
de la que penden
delgados hilos
de saliva.
Si no fuésemos tan
impertinentes
nos amaríamos
más.
[Extraído de las páginas púrpuras en los Fragmentos pasajeros]
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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