Tú vas a ser siempre
como una estrella,
como un sol.
Y yo como un agujero negro
que puede pasarse la eternidad
mirándote,
como un condenado a la muerte
ve por un último segundo al mundo.
Tratando de tragárselo todito
o tratando de aferrarse
al último vestigio
de esa realidad,
antes de irse de aquí
a despertar en otros sitios,
donde seguir durmiendo.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario