No sé aún
si podré suicidarme
una vez que llegue
a lo más alto de la montaña rusa.
Quizás
el rostro de Dios
me deje ciego
y
con ánimos de volver a casa.
La foto se la debo a este post sobre anteojos. El poema se me ocurrió al leer este otro poema sobre la vejez.
Además de estar buscando el mejor método de somaliberación (¿qué más puede hacer esta mente con toda esta materia?) he decidido poner google adsense a este blog para ver qué avisos le podrían poner y jugar a que aparezcan otros con cada post. Si los avisos no cambian los saco, igual no tengo tarjeta de crédito ni celular.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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1 comentario:
Apronax...usalo!
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