Entregado policía trama perdida en vahído ido doble za xa. Fondo alerta mucho degradación hasta el infierno sexto quinto Vitrubio. Irme, irse, estarse yendo.
Lejos, lejísimos. Distancia.
Dos puntos entregados a la línea recta que se expande en circunvoluciones interiores.
Nosotros dos.
El universo está vacío y yo también.
Vicente Huidobro, yo te amo.
Para ti tengo mi amor de aeroplano,
entregado al vuelo horizontal y desobecolmillo.
Para ti tengo estas estrellas que nunca caerán en agujeros negros, ni se entregarán tan idiotamente al unívoco sentido de la esclavitud: el amor, tal como se entiende en esas dos primeras líneas, que no significan nada más de lo que significan en sus pequeños detalles hiperreales.
Mi pensamiento es una telaraña sin ama de casa.
Esta nariz es solo una nariz.
Has florecerlas en tu verso, Voicente.
Vuazente.
Ven siente.
Vicente H.
Vi ciento.
Eres la peor mierda que se me haya podido ocurrir en la vida. Te quiero como al molino que no dejaste de soplar a lo largo de tan breves versos, en el sexto canto de tu Altazor si no me equivoco. Sexto Quinto Vitrubio, qué más da, no quiero/puedo entender nada. Todo es tan perfecto y bello, cuando tu viento sopla por mi ventana abierta que mira hacia el poniente. Aún después de eso, te sigo odiándome,
“soy el ángel salvaje que cayó una mañana”.
Soy lo horrible que bosteza bajo las constelaciones absurdas con fuerza de garganta muda. No un pequeño dios, pero uno completo y oscuro y solitario y gigantesco.
En la imagen W. Kandinsky, Abstraction, 1922, Litografía del cuarto portafolio Bauhaus.
o la destrucción de las formas inquebrantables. Sobre cómo tres muchachos decidieron poner un puesto de pop corn en la avenida y de cómo las monjas chinas les preguntaron dónde quedaba el jardín oscuro de Schöenberg, ellos al ver que las uniformadas en el hábito de nuestro Señor Jeremías Equisto no llevaban peniques ni chibilines, las mandaron al desvío sin percatarse que el camino que les señalaron con desidia las llevaría a través del tortuoso sendero de una felicidad infinita.
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2 comentarios:
loshombressabenquehacerparamorirperoprefierenseguirmueriendo
nuriendo
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